En 1999, durante la 30ª Conferencia General en París, la Unesco declaró por vez primera el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía, hecho tan radical como insólito, ya que la poesía —cuya naturaleza, como todo ejercicio del espíritu, es la marginalidad—, siempre ha estado en peligro de extinción.
El poema, que no la Poesía, es un canto del ser humano hacia las divinidades y un ejercicio del puro lenguaje y la imaginación: se reinventa el mundo en todo poema y cada bardo es un mundo, cuya aldea de palabras es a su vez de la colectividad y una especie de universo personal.
Para celebrar, entonces, que el hombre habla en versos y escribe en poemas, una docena de poetas nos comparten su universo de lenguaje y sus visiones íntimas: Raúl Aceves, Luis Vicente de Aguinaga, Luis Armenta Malpica, Salvador Encarnación, Fanny Enrigue, Deana Molina, Ramiro Lomelí, Ángel Ortuño, Víctor Manuel Pazarín, Lizeth Sevilla, Ricardo Solís y Jorge Souza abren su voz —en este instante— y comienzan a cantar…