Una de las labores fundamentales del Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) ha sido la de servir a lo largo de 120 años (y 90 como parte de la Universidad de Guadalajara) como una institución de asesoría, tanto para los sectores académico, industrial o empresarial, como para la sociedad civil.
Su continua vinculación con las oficinas de Protección Civil, Secretaría de Salud y Secretaría de Medio Ambiente ha permitido que el IAM determine los parámetros para establecer, por ejemplo, la calidad del aire en la zona metropolitana de Guadalajara o los elementos ambientales que pueden incidir en la salud de la población.
Otras de sus funciones sustanciales, como la investigación y el desarrollo de proyectos, “son menos conocidas por la población”, asegura Hermes Ulises Ramírez, director del IAM, por lo que la difusión entre la comunidad resulta sustancial para reconocer que “la universidad no únicamente se dedica a la docencia, sino que dentro de algunas de sus dependencias hacemos investigación, desarrollamos tecnología, nos vinculamos con empresas y prestamos servicios”.
Entre las investigaciones más importantes del instituto están las relacionadas con la astronomía, la meteorología y, al interior de ésta, la dinámica de fluidos, la contaminación ambiental y las energías renovables, temas que pese a su importancia pueden resultar inasequibles para el público general si son presentados con un lenguaje técnico. Por ello el IAM ha instituido quincenalmente el proyecto gratuito y abierto Viernes de la ciencia, en los que especialistas internos o invitados ofrecen charlas de divulgación a la comunidad, para dar a conocer los temas de investigación que inciden en ésta.
Este es el segundo año en el que ha ofrecido talleres de simulación de formación de ciclones o de las corrientes oceánicas, y sobre los más recientes avances acerca de la contaminación ambiental en la ZMG y las alternativas para combatirla —como el empleo de energía solar o eólica—, así como los resultados de los estudios sobre los primeros impactos del cambio climático en la región occidente.
“Lo más importante de estos talleres es que son impartidos directamente por la gente que hace las investigaciones y no por un divulgador de la ciencia”, explica Ramírez, “y lo hacemos en un lenguaje accesible, para que se pueda dar un diálogo con la sociedad”.
Otra de las labores principales del IAM es la de trabajar conjuntamente con el sector salud, investigando y advirtiendo sobre los efectos de los cambios climáticos en cuadros de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y mentales, ya que ha sido posible observar y describir a partir del estudio de la biometeorología, comportamientos anómalos en la salud mental ante el exceso de humedad y las altas temperaturas que pueden llegar a generar paranoia, irritabilidad e incluso crisis de agresividad.
“Nosotros llevamos muchos años analizando la contaminación ambiental en la ciudad y tenemos algunos patrones de comportamiento de los contaminantes que producimos las personas, especialmente los de las zonas de la ciudad en las cuales tenemos más altos niveles de contaminación, como en el cuadrante sureste (Tonalá y Tlaquepaque) y cómo ello está afectando la salud de la población”, entre las que destacan las enfermedades respiratorias, cardiovasculares y dermatológicas.
Lo mismo sucede con el estudio sobre el cambio climático, del cual se han manifestado los primeros indicios, según explica el investigador y director del IAM, y gracias a los mismos se han establecido algunas estimaciones de los impactos que podrá tener para los años 2020, 2030, 2050 y 2080.