Hay factores que facilitan el desarrollo de la bacteria y de las complicaciones, como el tipo de dieta, la susceptibilidad genética y el consumo del tabaco
La bacteria Helicobacter pylori es la principal causa de gastritis crónica, de adenocarcinoma gástrico y linfoma del tejido asociado a la mucosa gástrica, que son diferentes tipos de cáncer, afirmó Blanca Zuamí Villagran De la Mora, investigadora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud del Centro Universitario de los Altos (CUAltos).
Sobre la frecuencia en la población mexicana, en 1998 el 50 por ciento de los niños mayores de 10 años estaban infectados, y a los 20 años, la incidencia era del 70 por ciento. Mientras que en el 2018, la prevalencia era de 10 por ciento en adultos jóvenes y hasta un 15 por ciento en niños entre 11 y 14 años.
La transmisión puede ser por contacto con alguien infectado a través de saliva, con el vómito de una persona infectada, con agua contaminada de albañal o de albercas con residuos de heces o vómito y que no tengan el adecuado tratamiento. “En ese caso por un buen buche de agua podría adquirirse esta bacteria”.
Otra forma de contagio podría ser en el caso de alguien infectado con la bacteria que vaya al baño, no se lave las manos y en seguida manipule alimentos.
El Helicobacter pylori es una bacteria que se alberga en el estómago. No es fácil encontrarla en el medio ambiente, pero sí es posible aislarla de saliva de personas que están infectadas o de muestras de contenido estomacal o del epitelio, que es el tejido que recubre al estómago. Por lo general, las personas adquieren la bacteria antes de los doce años, y suele ser una ruta de transmisión intrafamiliar. Se asocia al hecho de que las personas vivan en condiciones de hacinamiento con una mala higiene.
La bacteria puede albergarse durante muchos años en el estómago, y la persona afectada no tener ningún síntoma, y pueden durar mucho tiempo sin progresiones, ni complicaciones.
“No hemos dado con una guía que nos permita visualizar quienes sí y no van a desarrollar complicaciones, aunque hay la suposición de que hay factores que permiten y facilitan el desarrollo de la bacteria y de las complicaciones como el tipo de dieta, la susceptibilidad genética (se ha visto una tendencia familiar en la que se presenta susceptibilidad genética a tener Helicobacter pilori) y el consumo del tabaco”.
Una dieta inadecuada, no equilibrada, alta en el consumo de grasas, en alimentos industrializados, azúcar, embutidos y frituras, además de baja en el consumo de frutas y verduras, es el tipo de dieta que está asociada con una mayor facilidad para que se desarrolle la bacteria.
No son recomendables tampoco los largos periodos de ayuno, ya que la bacteria produce inflamaciones en el estómago, y si a esto le aunamos que la persona está en contacto con alimentos que le despiertan el apetito, va a liberar los jugos gástricos, que van a afectar la pared del estómago. Estas situaciones son comunes en las personas que consumen grandes cantidades de alcohol o que fuman sin haber desayunado. “Entonces están en ayuno y además tienen contacto con estas sustancias que irritan y propician también la inflamación de la mucosa estomacal”.
Una persona que ha estado en contacto con alguien que ya está identificado que tiene la bacteria o si en su familia hay antecedentes de presencia del Helicobacter pylori podría hacerse una prueba para ver si está infectado.
Explicó que el tratamiento comprende una mezcla de dos o tres antibióticos, dependiendo de la cepa, y se agregan inhibidores de la bomba de protones, que por lo general son antiácidos, entonces si se recomendaran estos tratamientos masivos, sin tener diagnósticos, lo único que lograrían es promover la resistencia a los antibióticos por parte de las bacterias y sería alterada la microbiota intestinal de las personas ocasionando disbiosis.
El tratamiento individual para la bacteria se basa en la erradicación, e incluso en los procesos de alteración de la estructura del estómago, que pueden desencadenar en un cáncer. Al momento de erradicar la bacteria, esos procesos retroceden y hay una recuperación. Sin embargo, una característica de esta bacteria es su posibilidad de reinfección. Por eso, el tratamiento se suele recomendar por catorce días, Tres o cuatro semanas después de haber concluido hay que hacer estudios para asegurar su erradicación, y tres o cuatro semanas después, volver a hacer estudios para verificar que no haya reinfección.