Aunque poco se le recuerde por su primer largometraje Bandidos, un original western donde sus protagonistas eran niños que luchaban contra una banda de forajidos inmersos en el contexto de la Revolución mexicana, Luis Estrada ya se refería, desde entonces, a una premisa que definiría el cine de corte político-social con el que se lo ha reconocido hasta ahora. “Hago un cine que como espectador me gustaría ver”, dice. También su inquietud por aludir a capítulos de la historia nacional y su característico sentido del humor —entonces un tanto más soñador— estaban presentes en el que sería el antecedente de La ley de Herodes, Un mundo maravilloso, El infierno y La dictadura perfecta; y al mismo tiempo, representaba una muestra de que —como él reconoce— “siempre estoy de alguna manera construyendo una película, un tono, un estilo”.
Si bien tienes preferencia por temas político-sociales, también son evidentes ciertos cambios de tono en tus películas. ¿A qué han obedecido?
No puedo desligar las películas que quiero hacer de mi percepción de lo que me está tocando vivir. Aunque mis películas tengan muchos elementos en común, sí creo que cada vez son más pesimistas, más negras…, más cercanas a la realidad; pues creo que nos ha tocado uno de los tiempos más oscuros de la historia de este país. Tengo 53 años y en ese tiempo lo que he visto es que hemos experimentado un permanente estado de crisis y un proceso de deterioro. Creo que los niveles de corrupción, de desigualdad social y de impunidad —que aunque parezcan un lugar común, son ciertos— por lo menos en mí, han tenido un efecto de desánimo y pesimismo. Pero tampoco he decidido darme por vencido porque tengo unos hijos a los cuales quisiera dejarles un país mejor; muy probablemente fracase en el intento, pero como no sé hacer otra cosa más que películas, justamente a través de ellas quisiera contribuir a observar nuestra situación actual y hacia dónde la estamos dirigiendo.
Has declarado anteriormente ser un amante de la Historia, ¿crees que se puede construir una versión alternativa de la Historia a través del cine?
Sí, en cierto sentido, porque en el cine de ficción —que es el que yo hago, un cine que además tiene que ver con la exageración, con la distorsión a través de la sátira— das una interpretación desde tu punto de vista de esa Historia. Sin embargo, creo que sería peligroso asumir que está basado estrictamente en hechos reales; porque justamente mi materia no es la realidad, mi materia como cineasta de ficción es la imaginación, la construcción de mundos paralelos con personajes alternativos, aunque anclados en una realidad; nunca con la pretensión de reproducirlos con fidelidad histórica.
¿Por esa razón lo haces de manera satírica?
Creo que cualquier tema en el cine se puede abordar desde cualquier género, pero en la sátira es en el que yo me he sentido más cómodo; también es el género que como espectador me gusta ver. Como dije antes, yo no puedo concebir el cine sin espectadores, para mí es muy importante que ellos disfruten una película; cuando filmo los tengo en mente, y para bien o mal ha quedado comprobado que mis películas tienen el efecto de ser atractivas para los espectadores. Creo que tiene que ver con esta exageración, con esta manera de presentar la realidad de una forma compleja pero también accesible para todo el que quiera ver una película.
Tienes ya una amplia trayectoria en la industria fílmica mexicana; desde esa posición ¿consideras que el cineasta en México tiene libertad de expresión?
No. La verdad —te lo digo de corazón— es muy complicado abordar el tema porque no es algo que tú puedas dar por sentado, o decir a partir de qué momento hay o ha dejado de haber; de hecho, puede haber muchas formas de censura —se le puede poner muchos disfraces— aunque quizás no tan obvias o abiertas. Yo con cada película he enfrentado diferentes tipos de obstáculos, justamente porque, mientras haya un poder político-económico-religioso al que no le guste la forma en la que se ve retratado habrá esta tentación de intentar impedir que se muestre. También es cierto que justamente este nuevo momento que estamos viviendo a través de las redes sociales, hace más fácil expresarse aunque sea en entornos pequeños, algo que era inimaginable hace no muchos años en este país con la historia de autoritarismo que creo que aún padecemos y donde todavía dependes demasiado de un poder para hacer una película. Sin embargo, el cine sigue siendo un testimonio, un testigo de un momento y espacio.