Memoria y comida en el Día de Muertos
Todos tipo de mole, arroz, pozole, tamales, flautas y hasta sopas maruchan, pasteles, jericallas y en al centro el pan de muerto, todo rociado con café, tequila o mezcal, son algunas de las viandas del Día de Muertos.
Los platillos del altar de muertos evocan los gustos de los difuntos: una gastronomía aquilatada por la memoria. La ofrenda del Día de Muertos es el ejercicio colectivo del pasado para conectarnos con nuestros contemporáneos.
Para los deudos, la comida del Día de Muertos exige voluntad y acción: llamar por teléfono, buscar viejos recetarios o acercarse con un familiar para preguntar “¿qué le gustaba a la abuela? ¿recuerdas la receta del mole que le gustaba?».
La profesora investigadora del Centro Universitario del Sur (CUSur), Claudia Llanes Cañedo, especialista en turismo rural, consideró que esta es una ocasión para acercarnos a las tradiciones de la propia familia a través de esta comida ritual.