Hacer del MUSA el referente museístico de Jalisco y uno de los más importantes a nivel nacional y Latinoamérica es el objetivo que persigue el trabajo conjunto de universidad, comunidad artística y sociedad civil en torno al museo que en 2014 celebró su vigésimo aniversario.
Esta proyección, sin embargo, no sería posible si no fuese por el precedente que ha representado para la comunidad universitaria un recinto de las artes y la cultura que apenas hace un año ha logrado extenderse, apropiándose del emblemático primer edificio de la Universidad de Guadalajara. “No ha sido fácil, es muy costoso y requiere mucho esfuerzo trabajar en una exposición, más si lo que buscamos son propuestas de calidad. Solamente la investigación previa puede llegar a requerir hasta tres años y necesita de mucha planeación, así que 20 años se dice fácil, pero es tiempo que implica un gran trabajo” apunta Norma Mendoza, del área de Comunicación del MUSA.
Por esta razón, como una celebración de un proyecto que paulatinamente ha ido evolucionando, la Secretaría de Vinculación y Difusión Cultural y el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño coordinaron y editaron el libro Musa Veinteaños, para contar con “un documento que recogiera una visión general de lo que han sido estos 20 años. No sólo un catálogo que puntualizara los logros de una u otra administración, sino que proveyera una visión histórica que llevara a cabo, tal cual, la labor de rescate de la memoria” apunta Javier Ramírez, encargado de la investigación y edición.
Un trabajo importante y necesario como antecedente, considerando que uno de los principales retos a los que se enfrenta el MUSA, a fin de apegarse a la propuesta del Plan de Desarrollo Institucional, es la dinámica de inserción de la producción local en un panorama de internacionalización del arte y la cultura que le represente, al mismo tiempo, un importante desafío y una fuente de crecimiento.
Las páginas de este recuento gráfico de todas las exposiciones que ha albergado el museo, incluyen además las reflexiones en torno a cuestiones que han definido su identidad universitaria, desde la re-significación social del recinto que en otro momento fuera recordado por albergar Rectoría, hasta el valor histórico y artístico de ser el receptáculo de los primeros murales que José Clemente Orozco pintara al fresco en espacios cóncavos, representando tópicos que en los años treinta preocupaban no sólo al artista sino al pensador, como la figura del científico, el papel del obrero y el maestro en la sociedad y la ardua realidad a la que el rebelde se enfrenta como figura central de una revolución de ideas. Un libro que, como apunta la ex directora del museo Suny Ramírez Barajas, en el capítulo del mismo nombre, se ha convertido en “un espacio de libertad”.