Abrió su cripta en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y de su urna extrajo 525 gramos de cenizas de Luis Barragán Morfín; en su lugar dejó un pequeño caballo de plata del mismo peso.
Con los restos del arquitecto tapatío, que en vida se convirtió en el primer y único mexicano en ganar el premio Pritzker, la artista Jill Magid creó un diamante de 2.02 quilates que colocó en un anillo. Fue así como el creador de edificaciones hasta hoy emblemáticas se transformó en una obra.
Este es el eje del libro 525 gramos. Jill Magid: La transformación de Luis Barragán, escrito por la crítica y curadora de arte Laura Ayala Castellanos, editado por Artes de México.
La publicación fue presentada anoche en el Patio del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA), con la presencia de la autora y personajes cómplices en el desarrollo del texto.
“Mi aspiración fue dar respuesta a inquietudes que yo tenía, y que conforme fui avanzando en la investigación decidí hacer una decodificación de este proceso de arte contemporáneo de Jill Magid. Para las nuevas generaciones, que lean este libro, la idea es empezar una conversación de arte moderno y arte contemporáneo”, compartió Ayala Castellanos.
Aunque la idea de convertir a una persona en una joya es sin duda polémica, la crítica de arte dijo que este texto está desapegado de todo juicio, pues además atiende el cuestionamiento de Jill Magid sobre por qué el archivo profesional del arquitecto pertenece actualmente a la Barragán Foundation, Suiza; es decir, en un país donde ni siquiera existe obra de Barragán.
Por tal motivo, su pretensión era dar dicho anillo a cambio del archivo del tapatío a Federica Zanco, quien en 1995 lo recibió como regalo de compromiso por parte del empresario Rolf Fehlbaum.
Así fue como Jill Magid, en 2014, contactó a la familia de Barragán Morfín para realizar la exhumación, con el permiso de autoridades de todo orden de gobierno en Jalisco; situación que desencadenó una polémica mediática. Al final, una vez hecho el anillo, tal intercambio jamás fue aceptado.
“Actualmente el anillo es una reliquia posmoderna y está en el San Francisco Art Institute, que fue el que financió el proyecto. La comunicación entre la artista y Federica Zanco era a través de cartas, casi de amor, en las que escribía pequeñas notas de Barragán”, detalló la autora.
Dijo que en el propósito de Jill Magid jamás se pensó que se fueran a repatriar los archivos por toda la complejidad de movimiento que eso implica.
Eduardo Cassia, articulista de Grupo Reforma, destacó que para la estadounidense todo es parte de un performance. “El libro es bastante reconfortante, es difícil tener una postura neutral porque se levanta pasión y Laura Ayala lo logra. Yo no me imagino a una persona dentro del anillo, es grotesco, sin embargo, es evidente que esto simbólico carga nuestros juicios”.
El periodista Diego Petersen describió el texto como interesante, pues más allá de la polémica es una forma muy distinta de entender el proceso de creación del arte conceptual.
“Jill es el centro del arte y el discurso, y pone sobre la mesa una eterna discusión de los límites entre lo público y lo privado”, subrayó.
Sarah Obregón Davis, Presidenta de la Asociación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, indicó que el libro cuenta la historia de la polémica incluso como novela.
“Se es capaz de imaginar qué fue lo que pasó con una narración clara y entrevistas acompañadas de un análisis minucioso de documentos”, puntualizó.