Este 8 de marzo se conmemora una vez más el Día Internacional de la Mujer, una fecha que convoca a la reflexión sobre una tarea pendiente en la sociedad mexicana: la igualdad de género.
Un factor que sigue incidiendo en el desarrollo personal y profesional de las mujeres es la asociación entre el género y el proyecto de vida y carrera, porque tradicionalmente se continúa con la errónea duda acerca de su competencia en ciertas áreas del conocimiento. En cambio, están obligadas a atender, como primera prioridad, las actividades que fueron consideradas en el pasado como típicamente femeninas.
Un ejemplo de lo anterior es la baja participación de estudiantes en las disciplinas STEM (por sus siglas en inglés, referente a la Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Los datos de matrícula del 2020 muestran que un 64.7 por ciento de las alumnas están inscritas en Artes y Humanidades, Educación, Ciencias Sociales, Administración y Derecho y Servicios; mientras que un 5.4 por ciento estudian en el área de conocimiento de las Ciencias Naturales, Exactas y de la Computación y solo el 12.0 por ciento en Ingeniería, Manufactura y Construcción; el restante porcentaje se distribuye en otras áreas, como es el caso de las Ciencias de la Salud. Como consecuencia de esta orientación se dijo que, en 2021, sólo 13.5 por ciento de las mujeres profesionistas eran egresadas de carreras STEM.
¿Por qué se considera la participación de las estudiantes en las carreras STEM como elemento importante para reducir la brecha de género? En primer lugar, porque el entorno condiciona a las mujeres en el momento de elegir una carrera, por ejemplo, la familia influye en un 31 por ciento de ellas, mientras que para los hombres dicha influencia es del 28 por ciento.
Un elemento que ayudaría a reorientar las vocaciones, es la demostración que las mujeres que estudiaron una carrera STEM tienden a ganar más y a enfrentar una brecha salarial menor respecto a los hombres (18 por ciento), en comparación con aquellas profesionistas que están en otras áreas (22 por ciento).
Un segundo elemento del por qué una decisión de vida y carrera es importante para reducir la brecha de género es la necesidad de potenciar y aprovechar el talento femenino, particularmente en las carreras de ingeniería, talento que se desperdicia por los prejuicios existentes; entonces ¿México puede darse ese lujo?
Por otra parte, la disparidad laboral entre hombres y mujeres es evidente, en México solamente el 38.3 por ciento de la población ocupada son mujeres, a esto se agrega que, en promedio, la tasa de ocupación del género femenino en la economía informal durante el primer trimestre de 2021 fue de 29.4 por ciento mientras que para los hombres fue del 27.9 por ciento para el mismo periodo. Esta condición laboral las expone a una situación de precariedad en términos de seguridad social, que se agrava cuando se encuentran en la etapa reproductiva de su vida o al tener una familia que mantener.
Es importante resaltar que los avances que se han dado en materia de igualdad de género son resultado de las luchas de organizaciones de mujeres y feministas en nuestro país, quienes lograron el derecho al voto y a ser votadas hasta el año de 1953, aunque previamente se desarrollaron acciones de presión social que culminaron en 1952, cuando se agruparon más de 20 mil mujeres para exigir su derecho a votar y ser electas.
En este mismo sentido se dio el cambio constitucional en el año 2019, para que se considerara la paridad en todos los ámbitos y así avanzar hacia una participación equilibrada de mujeres y hombres en los puestos de poder y toma de decisiones en todas las esferas de la vida (política, económica y social).
Aunque si bien es cierto que dicha paridad se alcanzó en la Cámara de Diputados y el Senado, en otros puestos de elección popular aún se observan grandes diferencias, como en las presidencias municipales, las cuales son encabezadas en un 72% por hombres.
Todavía queda un largo camino que recorrer para erradicar los estereotipos con respecto al género y el logro de la equidad en todos los ámbitos de la vida. Pero ¿cómo romper con la dinámica de privilegios de género? Generar un clima de respeto y de reconocimiento al talento femenino en el ámbito familiar, escolar y laboral empezaría por equilibrar las condiciones entre hombres y mujeres. Quitar las etiquetas que acompañan a las mujeres en sentido peyorativo fomentaría espacios de convivencia más equitativos, visibilizar toda actividad que tradicionalmente se ha asociado al sexo femenino, como el cuidado en el hogar, podría contrarrestar el tiempo que ellas le dedican, en detrimento de su desarrollo personal.