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Una postal para Pazarín

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El calor apremia en el centro de la ciudad. Temperatura ambiente: 26 grados centígrados. Detrás de la Catedral de Guadalajara, el sol avanza. Las sombras de las letras monumentales de “Guadalajara, Guadalajara” aparecen en el adoquín de la Plaza Liberación, mientras tres turistas orientales observan emocionados las botargas de mascotas emblemáticas de equipos de futbol, que esperan clientes para fotografiarse con ellos frente al Teatro Degollado. Está es una postal más del centro de Guadalajara.

¿Cuántas veces pasaste por ahí para llegar a Tonalá? A «El Reino», como tu decías. ¿Cuántas postales nos faltaron por compartir y narrar?

Ahora que descansas me preguntan si platico contigo en silencio. La respuesta es: sí. Consciente o inconscientemente, estás presente con tus aprendizajes, tus comentarios de cultura general, literatura y también sobre escritura. Y, ¿Qué es la escritura? «Es un diálogo frontal, honesto, amoroso», expresaste alguna vez en una entrevista de radio.

Cuando abro tu legado literario, que resguardo en mi librero improvisado, imagino ese diálogo en el que también lees en voz alta, con ese tono tuyo tan peculiar, las palabras de cada línea que arman los párrafos del libro Enredos, el cual espera al final de una larga jornada ser abierto y no morir, como una publicación olvidada en cualquier biblioteca.

Hace un año que partiste de esta tierra para descubrir otra, u otras, como narras en tus textos, y que tal vez recreaste con sueños o tantas postales de la ciudad, del país o el mundo que recorriste. Es martes, leo la página 14, de Viajes inesperados y me parece un preámbulo de lo que hay para llegar al viaje eterno, que inicia tal vez en “En el bosque”:

Penetramos en la oscuridad del bosque.

¿Nuestros espíritus, nuestras voces se reencuentran con nosotros? Nada hay que avive las menguadas alegrías. ¿Hacia dónde caminamos? ¿Qué deseamos encontrar?

La búsqueda culmina con la llegada de los primeros rayos de sol. ¿Qué encontramos?

A nuestras espaldas, las sombras se despiertan. La luz crea la profundidad de las cosas.

En un recodo del camino: desaparecemos.

Y así, tal vez inicie el viaje, pero mientras continuemos estos viajes (extraños) inesperados y sigamos pintando postales desde aquí hasta Zapotlán.

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