¿Fue divertido trabajar en el equipo de animación de Spider-Man? Me divertí muchísimo, siento que fue una de las películas más divertidas en las que pude estar, además de que Spider-Man es mi superhéroe favorito. Tener la fortuna de haber trabajado en ella fue un sueño hecho realidad. Los animadores somos unos niños: jugamos y tenemos juguetitos por todos lados. Considero que lo que hago es jugar y me pagan por eso. Me encanta lo que hago, y también es muy difícil, es muy estresante, no te lo voy a negar, la industria es muy pesada. Pero si te gusta lo que haces, si le tienes mucho cariño, las cosas salen solas.

¿Cómo llegaste a Sony Pictures? He trabajado muy duro. He estudiado muchísimo en Cuernavaca, en Argentina, haciendo comerciales en la Ciudad de México y luego en Canadá. También debo admitir que la vida me puso a las personas adecuadas que me abrieron las puertas adecuadas cuando lo necesité. Aunque hubo mucha suerte, hubo mucho conocimiento y, cuando llegó la oportunidad, supe aprovecharla.

¿Qué le falta a la animación en México? Pienso que los animadores mexicanos son muy talentosos. Te podría decir que somos de los más creativos e innovadores en el mundo de la animación porque el animador mexicano no le tiene miedo a nada, se arriesga a hacer cosas raras y a animar de una manera extraña. El problema, creo, es que México todavía no tiene una industria de animación para arriesgarse a estos proyectos. Es lo único que le falta, porque el talento está.