Ruy Pérez Tamayo, un emblema de la divulgación científica en México

En FIL Ciencia, divulgadores, investigadores y estudiantes le rindieron tributo al trabajo del reconocido científico que falleció a principios de este año

A veces, con una mirada científica y otras veces con una mirada humanista. Apreciaba el valor de la ciencia, pero también disfrutaba pasar un rato buscando entender la realidad con ayuda de los libros. Fue un hombre directo, irónico y de carácter fuerte, pero más allá de esa idea, Ruy Pérez Tamayo fue uno de los más grandes divulgadores en México.

Por ello, fue homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL 2022), como parte del Programa FIL Ciencia, donde sus amigos, compañeros y alumnos recordaron el legado de este emblemático científico, quien falleció a inicios de este año.

“Uno de los científicos con los que he tenido mayor afinidad en su forma de ver el mundo es Ruy Pérez Tamayo, particularmente por su gran convicción y su amor por la actividad científica”, dijo el físico Alejandro Frank.

Este científico relató que mantuvo una relación cercana con Pérez Tamayo, quien disfrutaba hacer ciencia y llevarla a todo mundo para conocerla.

“Ruy fue un hombre renacentista, pues tuvo intereses múltiples y una extensa cultura. Sólo le gustaba hablar de sí mismo en el contexto de las experiencias que lo llevaron a ser el hombre de ciencia que fue”, mencionó Frank.

Para este investigador, Pérez Tamayo se convirtió en el máximo expositor y promotor de la ciencia en México, debido a que combinó su labor como científico con su capacidad para la comunicación y la divulgación de la ciencia.

A pesar de proyectar la imagen de un hombre duro y directo, siempre se le calificó como un “león sin melena”, recordó la física y divulgadora Julia Tagüeña.

“Fue un gran amante de la música, un melómano; un gran conocedor de la cultura, un excelente lector, un gran viajero, pero sobre todo, un gran amigo”, expresó la física.

Un personaje para la posteridad

Fotografía: Iván Lara González

Ruy Pérez Tamayo siempre quiso ser músico, pero influenciado por la suerte y el azar eligió el camino de la ciencia, lo que fue el comienzo de una fructífera carrera llena de investigación y enseñanza, declaró Pepe Gordon al compartir una anécdota del finado divulgador.

Otras anécdotas fueron contadas por dos de los alumnos más brillantes de Pérez Tamayo: los investigadores Alejandro Mohar y José Luis Díaz.

Mohar recordó esa tortura que era cursar clases con el divulgador, a quien calificaba como un “desalmado” y quien además de ser una eminencia en la enseñanza de la medicina, también dominaba el arte de la ironía.

Sin embargo, el mismo Pérez Tamayo se convirtió en un impulsor del trabajo de Mohar, a quien motivó a seguir estudiando el cáncer y la salud pública, con su singular estilo directo, cautivador y estricto, pero con el cariño de un maestro a un curioso pupilo.

Fue un crítico implacable de la burocracia científica, de las partes financiadoras; tenía un genio férreo que todos pensamos que se le iba a aligerar con los años, y que después de sus 90 se volvió más ligero”, aseguró Mohar entre risas.

Mientras que José Luis Díaz, quien también fuera su alumno, recordó que Pérez Tamayo fue un severo maestro con el que construyó una relación fraternal y cercana, y agradeció que con su visión científica haya impulsado distintas iniciativas que beneficiaron a la ciencia en México.

“En otros foros y circunstancias mostraba una apasionada disposición de considerar a la ciencia como la condición ineludible del conocimiento válido y verdadero, una convicción que no compartía tan plena con él, pero no era un obstáculo para nuestra relación de respeto y afecto”, consideró Díaz.

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