La historia del cine ha estado entrelazada con la de la literatura: las adaptaciones, desde Der Golem (1920) de Paul Wegener y basada en la novela de Gustav Meyrink de 1915, hasta cualquiera de las cintas en la cartelera actual, han permitido que muchas historias escritas lleguen a la pantalla y a un público distinto en diferentes lugares, culturas y lenguas.

Pero maravilla de maravillas, el viaje también ha sido a la inversa. La narrativa cinematográfica ha cambiado la forma de contar historias, ha retomado el dinamismo de la novela de aventuras del siglo XIX y le ha dado versatilidad, acelerando las acciones hasta el vértigo, cambiando los escenarios de un país a otro, centrando la narración en una acción tras otra y en personajes que se definen sobre la marcha.

En este fenómeno de novelas que se leen como películas entra La ladrona de huesos (2022), la más reciente propuesta ficcional de Manel Loureiro, autor traducido a más de veinte lenguas en todo el mundo y reconocido por haber sido éxito de ventas en Estados Unidos en su condición de escritor español.

Tras incursionar en novelas distópicas como Veinte (2017) y en otras de carácter fantástico como El último pasajero (2013) y La puerta (2021), vuelve al terruño, a la Galicia del Camino de Santiago, pero con un thriller hollywoodesco en el que no faltan agentes de la KGB, persecuciones que dejan sin aliento, traiciones a mansalva y planes magistrales para robar objetos imposibles, en escenarios espectaculares que van del desierto al bosque, de la ciudad de México a Santiago de Compostela, de Nueva York a la tundra rusa. Es la historia de Laura, una mujer sin memoria que se ve obligada a aceptar un encargo que supera todas sus fantasías.

La pregunta no es si lo podrá llevar a cabo (no hay misterio en ello), sino cómo lo conseguirá, cómo se las ingeniará para hacer lo imposible posible.

La narración de La ladrona de huesos no nos da descanso, nos atrapa y nos lleva en una sucesión de escenas que ocultan y muestran, que resuelven misterios y crean otros en una madeja que es habitual en el cine de acción, con ayudantes y enemigos en la sombra, con obstáculos a cada capítulo y con salidas extraordinarias.

Porque al final eso pareciera, que hemos leído una película: entretenida, de ritmo acelerado, con sorpresas y giros al más puro estilo de un cine y una literatura que se centra en la historia. Los personajes son unidimensionales, complejos sólo en ciertos momentos pero cumplen con nuestras expectativas en sus movimientos, sus decisiones, sus pasiones. Son personajes creíbles y vivos, que nos llevan de la mano en una novela vertiginosa y de prosa ágil, sin frases manidas. Si quieren pasar unas horas agradables, intrigados por lo que viene en la siguiente página, esta es la novela que debes leer. Y acompañar a Laura, la protagonista, en la reconstrucción de su pasado, que resulta fascinante porque también es parte de la historia de occidente.