Mala salud y falta de servicios médicos enfrentan los migrantes retornados de E.U.A.

Académica señala la falta de preparación institucional para atender los problemas que enfrentan en diferentes ámbitos, tanto de salud, sociales como de reinserción en sus comunidades 

A su retorno voluntario o forzado de los Estados Unidos, muchos mexicanos acuden al sector salud para atenderse por enfermedades crónico-degenerativas, de transmisión sexual, mentales y adicciones adquiridas tras estancias laborales, o posterior a ellas, en contextos marcados por la racialización, la vulnerabilidad y la exclusión.

Así lo confirmó la profesora-investigadora del Departamento de Políticas Públicas del CUCEA, Nicté Castañeda Camey, autora del artículo «Salud y derechos de los migrantes mexicanos retornados», publicado en el libro Migración de retorno y derechos sociales: barreras a la integración, editado por el Colegio de México y la CNDH.

Castañeda Camey apuntó que el perfil epidemiológico específico de los migrantes, derivado de su proceso de movilidad, es la disminución del capital de salud con el que partieron de México

“Es decir, toda esta salud ha mermado producto de una situación de vulnerabilidad sociodemográfica que tiene que ver con el acceso a trabajos producto de cuestiones de racialización, de vulnerabilidad y de exclusión”, dijo.

Entre los padecimientos de los migrantes retornados destacan la propensión a enfermedades de transmisión sexual incluido el SIDA; las enfermedades mentales como la depresión tras la deportación; las adicciones al alcohol y a drogas psicoactivas, y el sobrepeso tras el cambio en la alimentación. 

“Las personas retornadas no tuvieron seguro en Estados Unidos, pues los trabajadores agrícolas generalmente tienen seguros falsos en los Estados Unidos para que les permitan trabajar allá, entonces mucho menos tienen documentos”, explicó la académica del CUCEA.

A su regreso se atienden en el sistema de salud mexicano, como el Seguro Popular, en un porcentaje de 32 por ciento y por sólo tres meses, mientras que 26.4 por ciento lo hace en el sector privado. 

“Así es de radical la ausencia y la no preparación institucional, académica y de muchas instancias para atender la migración de retorno, y mucho menos atención en cuestiones psicológicas y de salud mental”, explicó.

El impacto de las barreras institucionales se refleja en la insuficiencia y falta de planeación para la atención integral en materia de salud. 

“Una de las características más importantes de esta barrera institucional es la insuficiencia estructural, es decir, estamos bajo una insuficiencia de clínicas, centros de salud, hospitales del mismo Seguro Popular que lo salvaba y que tenía poca cobertura, pero también estaba limitado”.

Otra barrera para el acceso a la salud son algunos determinantes institucionales como la burocracia para obtener la CURP o el INE; además del empleo en el sector informal que impide su afiliación al Seguro Social, o el acceso a créditos para la atención en el sector privado.

Asimismo, tras más de diez o 20 años de ausencia, sus lazos comunitarios son débiles o inexistentes, además de enfrentar retos lingüísticos con la educación de sus hijos, la estigmatización o rechazo de las comunidades donde viven.

“Toda su interacción social, sus redes sociales se han caído, debilitado, tienen retos lingüísticos, por ejemplo los niños que retornan con sus padres deportados; y la estigmatización de las comunidades de retorno en los mismos municipios”, ahondó.

“Existen los duelos migratorios, la depresión, la soledad, cuestiones de ansiedad por el fracaso migratorio que da miedo, nostalgia porque no se sabe si están aquí o están allá: la nostalgia de regresar está desestructurada, además de las barreras que enfrentan”.

Para la investigadora del CUCEA, la atención de los migrantes retornados debe plantearse como binacional con prácticas como Casas para Migrantes Retornados, ventanillas de salud, de repatriación y la Semana Binacional.

“Además de implementar o difundir una guía de recursos y programas de salud; diseñar programas integrales que atiendan las necesidades específicas de las personas retornadas. En el libro Migración de retorno y derechos sociales: barreras a la integración generamos diferentes órdenes como el asistencial, el académico, de capacitación y de política”, expuso Castañeda Camey.

La capacitación con miras a la implementación es otro aspecto fundamental,  por ejemplo, un diplomado en primeros auxilios psicológicos a migrantes repatriados y desplazados.

“Una atención a través de albergues y una ayuda a la llegada para los migrantes retornados que, muchas veces, los tiran a la frontera, o la orientación médica a través de la telemedicina para que tengan acceso sin miedo a las deportaciones”, propuso la profesora-investigadora. 

Para Castañeda Camey, ante garantías individuales fragmentadas de los migrantes retornados, los gobiernos de México y de los Estados Unidos deben pensar en la cobertura de derechos sociales como la salud, la educación y también en el acceso a la vivienda digna. 

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