La "bella" con títeres se estrena en Guadalajara

Una historia nacida hace un siglo en los pasillo del Conservatorio de Santa Cecilia en Roma llega a Guadalajara este fin se semana, con una puesta de escena que, con toda probabilidad, es un estreno absoluto en México.

La bella durmiente en el bosque se presentará hoy viernes, sábado y domingo en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, en una versión ítalo-mexicana que cuenta con Leonardo Gasparini como director de orquesta, la dirección escénica de Luis “Mosco”Aguilar y la titiritería de Luna Morena, a cargo de Miguel Gutiérrez.

Pues la puesta en escena retoma y reelabora la versión original del compositor italiano Ottorino Respighi, que fue quien tuvo la idea de representar el clásico cuento con marionetas, como explica el productor de esta nueva versión, Fabio Caselli, quien nos da más detalles de la obra, cuyos boletos y más información se puede encontrar en este enlace.

La historia

Se inspira en el cuento clásico de Perrault, que en el 1922 Ottorino Respighi, el último grande operista italiano, estrenó en Roma. Esta obra se pensó desde el principio con títeres en escena. Respighi enseñaba al Conservatorio de Santa Cecilia en Roma, y fue donde conoció a un tal señor Podrecca, que creó la más importante compañía de títeres de ese tiempo en Italia. Allí, en los pasillos del Conservatorio, es donde probablemente nació la idea de poner en música el cuento y escenificarlo con marionetas.

Estreno en México

La puesta en escena tuvo un éxito internacional. Sabemos que llegó aquí a América Latina, pero no hemos logrado encontrar evidencias de que México haya sido parte de esa gira internacional exitosa. Así que con toda probabilidad es un estreno absoluto en el país.

La puesta en escena

En atención al tema de género, pero al mismo tiempo intentando respetar la historia original, no se quiso reproducir el estereotipo del príncipe guapo y fuerte que salva a la mujer indefensa. Eso era anacronístico, por lo que se intenta romper los esquemas, poniendo en escena un mundo de insectos. Esto tiene el propósito de romper otro paradigma: el del amor exclusivo entre príncipe y princesa; por ello se plantea representar un amor más universal, que abarque el respeto entre personas, el respeto de la diversidad, que no haya un género predominante.

 

Entonces, además de los insectos, representados por los títeres, en escena habrá también figuras humanas, que son los titiriteros y actores que interpretan otros animales, integrando el género humano a este mundo fantástico, mandando un mensaje a contracorriente de lo que está sucediendo ahora en el mundo, en un escenario plagado por guerras y otras manifestaciones de odio.

Los títeres

No son al estilo clásico, es decir de madera y con hilos, sino que, ya que el mundo contemporáneo de la titiritería ha cambiado mucho, retoma estilos de representación de personajes animados que vienen de Japón u otra partes del mundo. Así que los personajes son animados directamente en escena por lo titiriteros, que no son escondidos, sino que tienen vestuarios que se integran con los mismos títeres y el escenario.

¿Es una obra para niños?

No es fácil contestar esta pregunta. Tanto el cuento como el mundo de los títeres fascinan a los niños, pero es música clásica, aunque no sea la más difícil de escuchar. Por lo que puede ser un éxito para con los niños, si logran captar estos elementos de diversidad y hacerlos propios, logrando de esa manera ver algo muy original, pero también esperemos pueda gustar a los adultos, tomándonos el riesgo de apostar a elementos innovadores, como los insectos, como romper los esquemas de género y unir una historia para niños a una música que no lo es, aunque esto sí lo hizo Respighi.

El reparto

Es una orquesta de 25 elementos, que es el límite de una orquesta de cámara, pues Respighi la escribió para una orquesta reducida; hay nueve cantantes líricos, y luego en escena hay 14 personas, entre los titiriteros, las figuras humanas que interpretan personajes y hay también una actriz que tiene un papel simbólico, porque es la gran tejedora, una araña que durante toda la obra sigue tejiendo su tela, la cual simbólicamente representa el camino de nuestra existencia, que al final logra dar un sentido al puzle de la vida. La escenografía es esencial, el objetivo era el de ser expresivos en lo sintético, idea del Mosco, en que hay telones con un bosque más ideal que real, y rayos de luz que representan los hilos de la telaraña, una simbología más cercana al teatro contemporáneo que al figurativo.

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