Uno vuelve siempre

En la que, con toda probabilidad, será su última novela, Vargas Llosa regresa, recorriendo la historia y la producción musical de Perú, a los lugares queridos de su vida y su literatura

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Los libros de canciones no son libros de historia
y sus autores pueden añadir o restar lo que quieran
-eso lo entendí por fin-, pues esos textos
vivirán por lo que cuentan, aunque todo sea pura fantasía.
Toño Azpilcueta

Después de haber leído la última novela de Mario Vargas Llosa: Le dedico mi silencio, puedo asegurar que es un texto cuya estética novelesca exige, para su comprensión de un mundo posible, una lectura en zoom.

De manera inicial, los cuerpos significativos del relato transitan por los derroteros de la musicología y del folclor peruano. Luego emerge la exposición filológica, en un primer momento, de un modo alusivo, y posteriormente de manera más puntual y referencial en sus datos.

Está también el mundo de las historias; por una parte, la nuclear, donde los personajes se vinculan y se relacionan para dar muestras de una sociedad semejante a otras sociedades en América Latina; y está también la Historia profunda, la historia que da fundamento al mundo de la cultura peruana.

El puntero que promueve la espiral de circuitos en que se van generando los distintos campos semánticos, es un personaje llamado Toño Azpilcueta. Es este personaje en quien recae el pulso de la historia nuclear. Asimismo, Toño Azpilcueta es autor de los ensayos que publica en diferentes medios y por los cuales podemos conocer quiénes eran los principales músicos peruanos, quiénes han sido los compositores más relevantes de Perú y de su transcendencia a nivel internacional, cuáles son los estilos musicales que más se escuchan y, también, las zonas urbanas de Perú donde con mayor frecuencia se interpretan -en fiestas populares, sobre todo.

Resulta muy significativo observar cómo se entreteje el discurso de un posible musicólogo con el discurso de un posible historiador. Ejemplos de esto, son los siguientes:

El cajón es la gran invención de la música peruana cuyo origen se pierde en la noche de los siglos, aunque probablemente nació en tiempos de la conquista, pues con los españoles llegaron muchos negros y mulatos -esclavos o libres- […]

Hay muchos y magníficos cajoneadores. Otro de ellos es el que acompañaba a Chabuca Granda en sus giras internacionales: Carlos Caitro Soto […]

En su interesante libro sobre el vals peruano (se titula El Waltz y el valse criollo), César Santa Cruz Gamarra, hermano de Victoria, la ilustre folclorista, dice que en los años cincuenta había tres grandes cajoneadores en el Perú […]

Mario Vargas Llosa. Foto: David Valdovinos

Toño Azpilcueta, dentro de la novela de Vargas Llosa es, además, autor de un libro llamado Lalo Molfino y la revolución silenciosa, y también es el autor de una tesis doctoral, que después de muchos años de haberla tenido guardada como un borrador para el olvido: Los pregones de Lima, acabó defendiéndola en la Universidad de San Marcos. Fue a partir de la defensa de esta tesis que a Toño Azpilcueta le ofrecieron la cátedra de Quehaceres Peruanos.

Respecto de Lalo Molfino y la revolución silenciosa, advierto que se trata de un título que sirve como claro oponente semántico ante una realidad social -en el tiempo que estaba Toño trabajando el texto- cuando el Perú no dejaba de sufrir las fuertes sacudidas de terror que gatillaban los miembros del grupo guerrillero Sendero Luminoso. La idea de hacer posible una revolución silenciosa -en el pensamiento de Toño Azpilcueta- nada tenía que ver con la que habían imaginado los marxistas en el mundo, o los mariateguistas en Perú; por el contrario, sería una revolución en cuyo origen estaban los compositores y cantantes de valses y de marineras.

Al establecer una oposición entre la revolución silenciosa y la otra revolución, la de las armas, la de los atentados, podría parecer muy simple verla así en Lalo Molfino y la revolución silenciosa. Lo cierto es que la revolución silenciosa tiene que ver, sobre todo y muy particularmente, con la manera en que se puede alterar un sistema de costumbres, un sistema impuesto durante más de tres siglos. Así, por ejemplo, cuando leemos que el Perú, tan lleno de iglesias y de conventos, de procesiones y de misas, el Perú donde “Los fieles, que eran todos los peruanos, vivían más en la muerte que en esta vida”, cuando leemos esto y lo tomamos como referencia histórica y social, hemos de considerar que la revolución silenciosa ha de tener, a su vez, su propio referente de ejemplaridad, y es el que presento a continuación:

¿Quién no ha advertido que la música de un vals criollo despierta una secreta animación sexual tanto en los varones como en las damas? Y nos da “malas ideas”. A medida que bailamos y en el curso del baile los cuerpos se atraen y se rozan, o, en tanto que transcurre la noche, favorece las confianzas y secretos entre las personas. Los cuerpos se van acercando y tentando mutuamente al extremo de despertar codicias […] esos malos pensamientos que resultan de la atracción mutua, de la música y las letras de nuestro vals suelen ser inspiradoras irresistibles.

Se trataría, entonces, de imaginar en lo que posiblemente pensó Toño Azpilcueta: en una revolución por la que los cuerpos viven una energía transmitida por la música y el baile, una energía sexual que desconoce las barreras de la moral y, en ocasiones, de las barreras de clase, que es lo que acaba sucediendo en el interior de la novela de Vargas Llosa; una pareja conformada por Toni Lagarde: personaje perteneciente a la clase alta de Lima, y Lala Solórzano: una negrita delgada, habitante de uno de los barrios marginales de Lima, son quienes acaban casándose, a pesar de las prohibiciones familiares.

En una de las últimas entrevistas que dio Vargas Llosa, hace saber que Le dedico mi silencio podría ser su última novela. Sin duda, es una gran novela, que de alguna manera me hizo pensar en que, tal vez, el novelista la escribió con toda la fuerza que da la nostalgia por esos lugares a los que uno vuelve siempre, como se dice en la “Canción de las simples cosas”.

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