El Departamento de Estudios de la Educación de la UdeG presentó los proyectos de investigación del Laboratorio de Educación, Pedagogía Social y Cárceles, creados en contextos penitenciarios para generar conocimiento y proponer políticas educativas en beneficio de las personas privadas de la libertad, con miras a una reinserción social efectiva.
La coordinadora del laboratorio, Anayanci Fregoso Centeno, destacó la urgencia de la educación como un factor para la paz, del impulso de políticas de inclusión y de asistencia de los grupos sociales en desigualdad y como derecho fundamental ausente en las cárceles mexicanas.
“Es un asunto que se queda en el discurso político: el derecho a la educación es una medida para la reintegración de las personas privadas de la libertad; un derecho llave que garantiza que las personas privadas de la libertad se reconozcan como sujetos de derechos; ayuda al compromiso consigo mismos y con la sociedad”, explicó.
Detalló que la mayoría de las escuelas al interior de las cárceles se encuentran en espacios improvisados, sin condiciones mínimas para el ejercicio docente, que representa un lugar de exclusión social y al margen de las políticas educativas.
“Lo que hace falta es echar abajo la simulación frente al fenómeno de la población en cárceles. Se dice que se hacen muchas cosas y predomina la idea de que las personas privadas de la libertad no merecen nada, lo que genera una serie de vacíos sin programas estructurados, sin objetivos ni metas”, detalló Fregoso Centeno.
Uno de los proyectos de investigación denominado “Estudio de las trayectorias educativas de jóvenes en condición pospenitenciaria, como pauta en el diseño de un programa de acompañamiento para la reinserción social”, evidenció hallazgos presentados por el integrante del laboratorio, doctor Jorge García Castro.
“Encontramos que las personas retoman su trayectoria escolar una vez que están dentro de los centros de encierro punitivo, es decir, ahí es donde retoman, sin importar a qué edad y donde también; tienen un primer acercamiento a algún tipo de aprendizaje extraescolar y a actividades culturales y deportivas”, detalló.
Aunque retoman las actividades escolares, culturales y deportivas, García Castro destacó la falta de vínculo de estas actividades durante la privación de la libertad, el proceso de reinserción y el final del encierro.
“Las actividades suelen concentrarse en lo que ocurre al interior del centro penitenciario y no hay un puente de conexión entre esta transición y el momento en que se cumple con la condena, es decir, no hay acompañamiento de la reinserción social”, abundó.
La integrante del laboratorio, Carolina Huerta, presentó su proyecto “Salud, educación y cultura: resignificación étnica en población indígena wixárika en contextos de cárcel”, centrada en población originaria en prisión, del que destacó rezagos y su intención para continuar con su formación académica, aunque con obstáculos estructurales como la burocracia.
Ricardo Alfonso Zepeda Orozco, quien cursa el doctorado en Gestión de la Educación en la UdeG, invitó al Encuentro Internacional sobre la Educación, Migración y Criminología, a celebrarse el próximo 19 de febrero, a las 9:30 horas, en el CUCSH.
Fregoso Centeno concluyó que la educación es una vía para vivir mejor no sólo para las personas privadas de la libertad, sino también para sus familias y la sociedad.
“Tenemos que hacer conciencia en que los proyectos formativos de sensibilización de educación repercuten como una onda expansiva; hace falta que se tome en serio que la educación realmente podría ser y es una vía para la paz que realmente dignifica a la persona”, expresó la académica.