Medio Ambiente
Aves y fauna de la ciudad, con calor y sed
La falta de arbolado y escasez de agua en fuentes, arroyos y canales vulneran a la fauna urbana que ofrece servicios ecológicos relevantes. Las aves en especial resienten las olas de calor como el resto de los tapatíos
- Adrián Montiel González
- junio 10, 2024
- 5:04 pm
- Fotografía: Oscar Reyna Bustos
Óscar Reyna Bustos, universitario retirado de la UdeG que realiza proyectos de investigación independiente, destacó que las temperaturas que en las últimas semanas que alcanzaron entre 38 y 40 grados impactan a las aves y fauna urbana como ardillas, tlacuaches, perros, gatos, abejas hasta ratas y ratones.
En específico, para ayudar a las aves el investigador recomendó a la ciudadanía dejar agua en recipientes pequeños y alimento, además de observar y documentar su comportamiento y usar las redes sociales para alertar a las autoridades.
Un clima severo
Reyna Bustos explicó que las altas temperaturas se deben a El Niño, fenómeno meteorológico que causa sequía, a la que se suman incendios en refugios de aves como el Bosque La Primavera y la Barranca del Río Santiago.
En la ciudad, las áreas verdes disminuyen la temperatura ambiente, pero la reducción de la cobertura vegetal diezma las sombras que usan las aves para refrescarse en las horas más críticas del día. La escasez o la falta de agua empeoran el escenario.
“Hemos visto que la disminución del agua ha sido uno de los factores verdaderamente limitantes para la presencia de los animales en las ciudades. Aunque la gente les da granos y cualquier cosa para comer, no hay agua en las fuentes que utilizaban”, dijo.
Además, las aves que se alimentan del néctar como los colibríes y mamíferos como los murciélagos también padecen la falta de alimento y fuente de hidratación, pues el periodo de floración dura entre 10 a 15 días y deben desplazarse a otras áreas por la escasez de árboles y plantas en floración.
Las aves
A las aves se les puede ver en parques urbanos, campos de golf, áreas protegidas y también en las colonias de la ciudad.
De acuerdo con Reyna Bustos, las aves residentes de la ciudad que buscan agua son la paloma doméstica (Columba livia), la paloma turca (Streptopelia decaoto), el mirlo (Turdus rufopallatus), el gorrión doméstico (Passer domesticus), y el zanate (Quiscalus mexicanus).
Antes del amanecer despliegan sus cantos y con las primeras luces comienza la rutina como la mayoría de los seres diurnos, al igual que la mayoría de los humanos.
“Por las mañanas, las aves tratan de buscar agua y alimento; posteriormente, en las tardes, a mediodía entre las 12 y las 3 de la tarde, buscan una fuente de agua más que alimento; y por la tarde, vuelven en busca de alimento, agua y una percha donde reposar y evitar la deshidratación”, dijo.
Aunque la disponibilidad de fuentes de agua no es la misma de hace algunos años.
“He notado la escasez de agua en las fuentes de los parques, ya no están o no funcionando desde hace mucho tiempo. He salido a revisar y ya no se riega el pasto, las fuentes de agua están escondidas y algunas aves mueren por deshidratación”, explicó.
Muertes
Las aves son resilientes a los cambios, aunque se han detectado ejemplares muertos en las calles. Las causas no pueden determinarse a simple vista como golpes de calor, enfermedades o intoxicaciones. Sin embargo, en los últimos años se han registrado muertes en los meses con incremento en las temperaturas.
“Se han reportado fallecimientos de muchos individuos y eso ha sido repetitivo en los últimos 3 o 4 años de manera continua: no hay fuentes de agua o están escondidas por lo cual la mayoría de los individuos mueren por insolación”, afirmó Reyna Bustos.
El registro de muertes de aves es complicado si las especies no están amenazadas o en riesgo. Sin registros o censos, una de las alternativas es la intervención ciudadana y de las organizaciones civiles para la observación del comportamiento de la vida y la muerte de las aves.
Incentivar a la ciudadanía
Una primera acción para ayudar a las aves es dejar agua en pequeños recipientes, no en cubetas, para evitar ahogamientos de aves y fauna urbana.
“No estamos hablando únicamente de aves, también de ratones, tlacuaches, zorrillos y de todos los que viven alrededor de la ciudad que, sabemos, están las ardillas de los Colomos, del Parque Alcalde: lo que hagamos es una oportunidad para que puedan recibir un poco de agua”, dijo Reyna Bustos.
Sin datos para medir la dimensión del asunto, Reyna Bustos dice que es necesario que cada persona ponga los ojos en el cuidado de las aves.
“La cuestión es involucrar a la gente para que, si ve un ave muerta o con algún comportamiento extraño, le tome fotografías con los celulares y usar las redes sociales para, a través de denuncias ciudadanas, avisar a la Unidad de Vida Silvestre de Tlajomulco y saber exactamente cuántos y las causas de muerte”, propuso.
Otra acción será procurar árboles frutales como guayabos, arrayanes incluso algunas cactáceas como las pitayas, pues muchas aves y murciélagos se alimentan e hidratan con la pulpa.
Importancia de las aves
Las aves prestan un servicio a las personas en las ciudades como el control de plagas en los árboles, cucarachas y arañas en parques y en las calles de la ciudad.
“A los zanates y otras aves se les puede ver revisando entre las rocas buscando insectos, son depredadores de cucarachas y arañas que pueden ser una plaga en el interior de nuestras casas”, afirmó el investigador.
También son dispersores de semillas de frutos disponibles, aunque esto representa un problema de salud pública con especies como la paloma.
“El único gran problema que tenemos y hemos ayudado a incrementar es la cantidad de alimento que damos. Por ejemplo, en los parques hay una gran cantidad de paloma común o paloma doméstica”, destacó.
Pero la importancia de las aves también es simbólica: los cantos, los aleteos y cada especie está relacionada a momentos claves del día o la noche, de la vida o de la muerte. Sea por la referencia a alguna de sus partes como las plumas, alas o picos, las aves tocan nuestras vidas en la alimentación, en lo religioso o en lo que consideramos bello y nos hace mirar al cielo.