Desinformación: la pandemia que no se ha ido

La sociedad debe estar preparada para adaptarse y desarrollar una actitud crítica, reconociendo que esta batalla no tiene soluciones rápidas ni definitivas

Después del aislamiento, las vacunas y los protocolos sanitarios que con el tiempo nos resultaron excesivos, hemos logrado regresar a una aparente normalidad tras el impacto que la pandemia por Covid-19 tuvo en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, hay otra pandemia que sigue, e incluso se fortalece con nuevas herramientas para perpetuarse y expandir su alcance, como la inteligencia artificial generativa. Desafortunadamente, las mal llamadas «noticias falsas» o «bulos», es decir, la desinformación, continúan ocupando un espacio considerable en las plataformas digitales, contaminando el ecosistema mediático en el que la mayoría de la población se informa.

Este es un problema que no se resolverá en pocos años. En parte, porque sus efectos más dañinos no son inmediatos ni devastadores como los del virus proveniente de Wuhan. Los síntomas de una sociedad profundamente desinformada tardan en manifestarse y son mucho más impredecibles.

Un claro ejemplo de este peligro estriba en el actual contexto de transformación de las estructuras institucionales que sostienen nuestra democracia: la creciente polarización política es una amenaza latente, pues podríamos llegar a una fractura social tan profunda que, con el tiempo, lograr consensos se volvería una tarea imposible. El aumento de la radicalización ya ha tenido consecuencias graves en otros países.

Frente a este panorama, ¿qué podemos hacer? Lo primero es no perder de vista el problema y redoblar esfuerzos en su análisis. Algunos de los trabajos más significativos se están realizando en organizaciones periodísticas, instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil, las cuales buscan concienciar sobre la importancia de las fuentes confiables de información.

No obstante, la magnitud de este desafío nos obliga a ampliar nuestra visión. Muchos de los esfuerzos para combatir la infodemia se han centrado en iniciativas de verificación en los medios de comunicación y plataformas digitales, invirtiendo recursos en la capacitación profesional de periodistas y comunicadores, así como en el desarrollo de herramientas tecnológicas. Otros se han enfocado en promover la alfabetización mediática como una competencia formativa indispensable para todos los ciudadanos.

Existen otras otras vías por recorrer, como por ejemplo, seguir explorando la relación entre los sistemas de creencias, la desinformación y las teorías de la conspiración. También debemos ampliar la investigación sobre la propaganda y las narrativas que circulan en los medios de comunicación y las redes sociales, incluyendo actores no convencionales como los influencers digitales, cuya relación con los partidos y medios tradicionales no siempre es clara.

Además, es fundamental concienciar a la población sobre la necesidad de apoyar el periodismo profesional, que puede servir como un espacio de conversación cívica que guíe la toma de decisiones públicas. Este apoyo debe ir acompañado de una comprensión de cómo las tecnologías actuales y emergentes afectan la recolección de noticias, la ética periodística y la presentación de la información.

Combatir la desinformación exige un enfoque integral y constante. La sociedad debe estar preparada para adaptarse y desarrollar una actitud crítica, reconociendo que esta batalla no tiene soluciones rápidas ni definitivas. Solo a través de una ciudadanía bien informada y consciente de los peligros de la manipulación podremos salvaguardar los valores democráticos y fomentar un debate público saludable.

SOBRE LA AUTORA

Brenda Guadalupe Ramos Villaseñor, académica del Centro Universitario de Guadalajara, fue seleccionada en la edición 2024 del programa Study in the United States Institute for Scholars en el Institute for Journalism, Technology and Democracy, una capacitación inmersiva dirigida a profesores universitarios de periodismo y comunicación en la que participaron 18 académicos de diferentes países. Entre los objetivos principales de dicho programa están explorar los principios fundamentales del periodismo en los Estados Unidos así como examinar cuestiones actuales relacionadas con la alfabetización mediática y los desafíos que plantea la tecnología de la comunicación.

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