¿Se lee poesía hoy? Sí, se lee poesía. Quisiera ampliar la concepción de poesía no solamente al género literario escrito en verso, yo considero que hay un lenguaje poético que está presente en otros géneros literarios a través de imágenes, metáforas, ritmo, de carga afectiva de las palabras y también está presente en otras artes. Lo poético es algo que es imprescindible y necesario, y por lo tanto siempre será algo presente, porque los seres humanos necesitamos de ese espacio de significación, de belleza y de la maravilla de estar vivos. Esa experiencia y la manifestación que conlleva, nos dirige al fenómeno poético que se puede escribir, danzar, tocar y pintar. Tenemos que ampliar esta manera de ver la poesía y no verlo como algo anticuado o pasado de moda.
¿A los jóvenes les interesa seguir creando y leyendo poesía? Claro que sí. Incluso hay una generación muy activa de jóvenes poetas, tanto mujeres como hombres que están dándole un giro muy interesante a la poesía. Jalisco siempre ha sido territorio de poetas y últimamente hay muchas morras que están muy interesadas en hacer una poesía diferente y que conlleve lo performático, lo teatral o lo musical. La poesía está muy viva. No ha muerto y la queremos para el futuro.
¿La poesía es un género desdeñado en la literatura? No, es desdeñado desde lo comercial. Está desdeñado en las librerías, está en el último estante, en el pasillo de atrás y es desdeñado por algunas editoriales comerciales porque creen que la poesía no vende. Pero dentro del ámbito literario, al contrario, y eso tampoco es bueno, la poesía se ha visto como ese género maravilloso, sólo para iluminados y eso tampoco es cierto. La poesía es algo muy natural, muy cotidiano, muy coloquial. Tenemos esa polaridad, la vemos como algo inalcanzable y como algo muy poco popular, pero esos son mitos que tenemos que desterrar, tenemos que hacer saber que la poesía es algo muy natural, que el lenguaje poético nos pertenece a todos, está presente en canciones, expresiones coloquiales, por lo que la poesía es algo mucho más cercano de lo que creemos.
¿Cuál sería el ABC de la poesía? Para comenzar a leer poesía hay que leer a los poetas que nos son más cercanos en el tiempo. Si queremos entrarle a los poetas de la Época de oro, tal vez nos cueste trabajo leer a Góngora, nos va a aburrir y vamos a soltar el libro. Pero si empezamos leyendo a Raúl Aceves, Raúl Bañuelos, Guadalupe Morfín, a Patricia Medina, poetas que están muy cerca, que están vivos y que hablan de las cosas que conocemos, barrios, colibríes, de la laguna de Chapala, entonces vamos a conectar. En “Letras para volar” se ha acercado a jóvenes universitarios a lecturas accesibles y actuales, tenemos que empezar por los más cercanos, por los de nuestra generación o una generación arriba y después de eso, ya podemos abrirnos a poetas más lejanos, complicados y raros.
¿Cués son los y las poetas imprescindibles de Carmen Villoro? Es muy difícil porque es muy amplio el trabajo de los poetas, pero tengo mis consentidas como Wisława Szymborska, la poeta polaca ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996, ella es una escritora que es como un modelo a seguir para mí. Otra poeta que fue muy importante en mi juventud y que justo ahora seguimos celebrando sus cien años de vida es la mexicana Rosario Castellanos, una de nuestras grandes escritoras que además nos dejó ideas para construir un feminismo nacional muy interesante. La tercera persona, es alguien vivo y que está entre nosotros, Guadalupe Morfín, es una puerta de entrada muy grata.
¿La poesía se lee en silencio o en voz baja? La poesía se debe leer primero para ti, en silencio, para crear una conexión íntima. Y uno debe leer la poesía que escribe en voz alta, de esa manera uno puede escucharse como si fuera un lector ajeno y así descubrir hallazgos y dificultades. En muchos poetas, en su mayoría jóvenes, existe un pudor por leer sus poemas, pero se tiene que ir perdiendo y tienen que darse cuenta que lo que salga de su ser, así no sea perfecto, es muy valioso. Toma un tiempo ir dándole valor a lo que uno crea, a lo que uno puede compartir, pero yo creo que tiene mucho valor por provenir del mundo interno, de alguien que lo vivió con intensidad y honestidad.
¿Cuál es el futuro de la poesía? No sé qué nos espera, creo que la poesía va a ir tomando diferentes formatos, estamos acostumbrados a un formato muy tradicional y yo creo que ya está tomando formatos distintos, visuales, auditivos, por redes sociales, se está generando un movimiento poético que se aleja, aunque no lo abandona, del formato típico del libro y del papel. No va a morir, el ser humano necesita de la poesía para sobrevivir, es un alimento necesario y espiritual y mientras el humano exista va a hacer poesía, en plataformas diversas que todavía no podemos imaginar.
Somos pájaros ebrios
revoloteando ideas
graznando comentarios
picoteando recuerdos
alrededor del árbol
que nos cobija a todos.
Hemos traído flores
para formar un bosque
y así teñir de blanca irrealidad
tu muerte.
¿Podemos ver el árbol?
En el salón austero
se adivinan parvadas
y en el silencio pulsa
el dictado boreal de las semillas.
Cada uno trae consigo sus ofrendas
brotes de otros jardines
que visitaste
en momentos recientes o remotos.
Vienen con sus palabras
huellas de luz
en la penumbra de sus pensamientos.
Cargan en su canasta gestos, signos
heridas sociales y amores abatidos:
la soledad humeante
que saboreamos, sin notarlo
en el café.
Porque aunque somos aves
nos hemos agrupado en ramilletes.
De pronto, el viento
nos inclina, nos bate y adormece.
Luego nos desplazamos
buscando cicatrices
para asirnos un rato
a esas historias que nos den
pertenencia a éste u otro mundo.
Yo me acerco a tu orilla
cada tanto
en donde crece el tronco milenario
y te entrego la espina de mi voz.
Una hoja del árbol
En donde se iluminó el buda
te acompaña.
Algunos chocolates
reposan junto a ti
como aquellos tesoros que los antepasados
dejaban en las tumbas de sus muertos.
Alguien ha colocado un paliacate en tu ataúd.
Consignas y plegarias se confunden
bajo la autoridad de tu regazo.
Es una fiesta triste
un día de campo en la ciudad tan gris.
Prolongamos la tarde
cada cual en su rama
pretendiendo alejar la oscuridad
acaso un rato más, otro poquito
y no desvanecernos de dolor.
El sueño del jardín desaparece.
Despedimos tu cuerpo para siempre
pero el murmullo queda.
La sombra protectora del follaje.
CARMEN VILLORO (De Liquidámbar, Mantis Editores, 2017)
Carmen Villoro nació en la Ciudad de México en 1958 y vive en Guadalajara, Jalisco, desde 1985. Ha publicado varios libros de poesía y prosa poética. Fue galardonada con el Premio Jalisco de Letras en 2016 y distinguida con el Premio Internacional Hugo Gutiérrez Vega a las Artes y las Humanidades en su Octava edición, otorgado por la Universidad Autónoma de Querétaro. Actualmente es miembro del Seminario de Cultura Mexicana y directora de la Cátedra de Arte, Poética y Literatura Fernando del Paso de la Universidad de Guadalajara.