La poesía está muy viva: Carmen Villoro

Cuando pensamos en poesía a nuestra mente puede llegar la métrica, el verso, la prosa, la metáfora y el adorno de las palabras, sin embargo, la poesía es mucho más, es algo que se respira y se siente, un alimento para mantener satisfecha el alma. Carmen Villoro, poeta y directora de la Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”, compartió su pensamientos, visión y sentir en torno a esta expresión en el Día Mundial de la Poesía.

¿Se lee poesía hoy? Sí, se lee poesía. Quisiera ampliar la concepción de poesía no solamente al género literario escrito en verso, yo considero que hay un lenguaje poético que está presente en otros géneros literarios a través de imágenes, metáforas, ritmo, de carga afectiva de las palabras y también está presente en otras artes. Lo poético es algo que es imprescindible y necesario, y por lo tanto siempre será algo presente, porque los seres humanos necesitamos de ese espacio de significación, de belleza y de la maravilla de estar vivos. Esa experiencia y la manifestación que conlleva, nos dirige al fenómeno poético que se puede escribir, danzar, tocar y pintar. Tenemos que ampliar esta manera de ver la poesía y no verlo como algo anticuado o pasado de moda.

¿A los jóvenes les interesa seguir creando y leyendo poesía?  Claro que sí. Incluso hay una generación muy activa de jóvenes poetas, tanto mujeres como hombres que están dándole un giro muy interesante a la poesía. Jalisco siempre ha sido territorio de poetas y últimamente hay muchas morras que están muy interesadas en hacer una poesía diferente y que conlleve lo performático, lo teatral o lo musical. La poesía está muy viva. No ha muerto y la queremos para el futuro.

¿La poesía es un género desdeñado en la literatura? No, es desdeñado desde lo comercial. Está desdeñado en las librerías, está en el último estante, en el pasillo de atrás y es desdeñado por algunas editoriales comerciales porque creen que la poesía no vende. Pero dentro del ámbito literario, al contrario, y eso tampoco es bueno, la poesía se ha visto como ese género maravilloso, sólo para iluminados y eso tampoco es cierto. La poesía es algo muy natural, muy cotidiano, muy coloquial. Tenemos esa polaridad, la vemos como algo inalcanzable y como algo muy poco popular, pero esos son mitos que tenemos que desterrar, tenemos que hacer saber que la poesía es algo muy natural, que el lenguaje poético nos pertenece a todos, está presente en canciones, expresiones coloquiales, por lo que la poesía es algo mucho más cercano de lo que creemos.

¿Cuál sería el ABC de la poesía?  Para comenzar a leer poesía hay que leer a los poetas que nos son más cercanos en el tiempo. Si queremos entrarle a los poetas de la Época de oro, tal vez nos cueste trabajo leer a Góngora, nos va a aburrir y vamos a soltar el libro. Pero si empezamos leyendo a Raúl Aceves, Raúl Bañuelos, Guadalupe Morfín, a Patricia Medina, poetas que están muy cerca, que están vivos y que hablan de las cosas que conocemos, barrios, colibríes, de la laguna de Chapala, entonces vamos a conectar. En “Letras para volar” se ha acercado a jóvenes universitarios a lecturas accesibles y actuales, tenemos que empezar por los más cercanos, por los de nuestra generación o una generación arriba y después de eso, ya podemos abrirnos a poetas más lejanos, complicados y raros.

¿Cués son los y las poetas imprescindibles de Carmen Villoro? Es muy difícil porque es muy amplio el trabajo de los poetas, pero tengo mis consentidas como Wisława Szymborska, la poeta polaca ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996, ella es una escritora que es como un modelo a seguir para mí. Otra poeta que fue muy importante en mi juventud y que justo ahora seguimos celebrando sus cien años de vida es la mexicana Rosario Castellanos, una de nuestras grandes escritoras que además nos dejó ideas para construir un feminismo nacional muy interesante. La tercera persona, es alguien vivo y que está entre nosotros, Guadalupe Morfín, es una puerta de entrada muy grata.

¿La poesía se lee en silencio o en voz baja? La poesía se debe leer primero para ti, en silencio, para crear una conexión íntima. Y uno debe leer la poesía que escribe en voz alta, de esa manera uno puede escucharse como si fuera un lector ajeno y así descubrir hallazgos y dificultades. En muchos poetas, en su mayoría jóvenes, existe un pudor por leer sus poemas, pero se tiene que ir perdiendo y tienen que darse cuenta que lo que salga de su ser, así no sea perfecto, es muy valioso. Toma un tiempo ir dándole valor a lo que uno crea, a lo que uno puede compartir, pero yo creo que tiene mucho valor por provenir del mundo interno, de alguien que lo vivió con intensidad y honestidad.

¿Cuál es el futuro de la poesía? No sé qué nos espera, creo que la poesía va a ir tomando diferentes formatos, estamos acostumbrados a un formato muy tradicional y yo creo que ya está tomando formatos distintos, visuales, auditivos, por redes sociales, se está generando un movimiento poético que se aleja, aunque no lo abandona, del formato típico del libro y del papel. No va a morir, el ser humano necesita de la poesía para sobrevivir, es un alimento necesario y espiritual y mientras el humano exista va a hacer poesía, en plataformas diversas que todavía no podemos imaginar.

El jardín del filósofo

Somos pájaros ebrios

revoloteando ideas

graznando comentarios

picoteando recuerdos

alrededor del árbol

que nos cobija a todos.


Hemos traído flores

para formar un bosque 

y así teñir de blanca irrealidad

tu muerte.


¿Podemos ver el árbol?


En el salón austero

se adivinan parvadas

y en el silencio pulsa

el dictado boreal de las semillas.


Cada uno trae consigo sus ofrendas

brotes de otros jardines

que visitaste

en momentos recientes o remotos.


Vienen con sus palabras 

huellas de luz

en la penumbra de sus pensamientos.

Cargan en su canasta gestos, signos


heridas sociales y amores abatidos:

la soledad humeante

que saboreamos, sin notarlo 

en el café.


Porque aunque somos aves

nos hemos agrupado en ramilletes.

De pronto, el viento

nos inclina, nos bate y adormece.

Luego nos desplazamos 

buscando cicatrices

para asirnos un rato

a esas historias que nos den 

pertenencia a éste u otro mundo.


Yo me acerco a tu orilla

cada tanto

en donde crece el tronco milenario

y te entrego la espina de mi voz.


Una hoja del árbol

En donde se iluminó el buda

te acompaña.

Algunos chocolates

reposan junto a ti

como aquellos tesoros que los antepasados

dejaban en las tumbas de sus muertos.

Alguien ha colocado un paliacate en tu ataúd.

Consignas y plegarias se confunden

bajo la autoridad de tu regazo.


Es una fiesta triste

un día de campo en la ciudad tan gris.


Prolongamos la tarde

cada cual en su rama

pretendiendo alejar la oscuridad

acaso un rato más, otro poquito

y no desvanecernos de dolor.


El sueño del jardín desaparece.

Despedimos tu cuerpo para siempre

pero el murmullo queda.


La sombra protectora del follaje.



CARMEN VILLORO (De Liquidámbar, Mantis Editores, 2017)

Carmen Villoro nació en la Ciudad de México en 1958 y vive en Guadalajara, Jalisco, desde 1985. Ha publicado varios libros de poesía y prosa poética. Fue galardonada con el Premio Jalisco de Letras en 2016 y distinguida con el Premio Internacional Hugo Gutiérrez Vega a las Artes y las Humanidades en su Octava edición, otorgado por la Universidad Autónoma de Querétaro. Actualmente es miembro del Seminario de Cultura Mexicana y directora de la Cátedra de Arte, Poética y Literatura Fernando del Paso de la Universidad de Guadalajara.

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