Solidaridad con la tragedia global

    616

    Si ya la actual generación de seres humanos es única en la historia de la civilización ante el cúmulo de cambios geopolíticos, tecnológicos y científicos que ha atestiguado (de la píldora anticonceptiva a la decodificación del genoma humano, de la televisión a la internet, y de la revolución cubana a la desintegración de la poderosa ex Unión Soviética), hoy hemos debido aprender a vivir una vorágine de factores que han modificado nuestra concepción de todas las actividades productivas y sociales para tratar de comprender los nuevos factores de incidencia en la compleja sociedad de la información.
    Al surgimiento de relaciones laborales digitales que contribuyen a la precariedad del trabajo y la creciente globalización de la economía, solo hacía falta un acontecimiento natural que nos ratificara la fragilidad de la especie humana, a pesar de la impresionante revolución tecnológica y científica de las pasadas cuatro décadas.
    La devastación provocada por el maremoto en la costa atlántica de Asia oriental es uno de los eventos que marcarán a nuestra generación, no solo por tratarse de una tragedia sin precedente en la historia moderna de la civilización, sino porque puso a prueba, en medio de la guerra, el flagelo de la desigualdad y el amago del terrorismo, la capacidad de unir en una sola causa a muchas naciones en el mundo.
    Esa es la visión que motiva al STAUdeG a contribuir de manera modesta a aliviar un poco esa desgracia, en el concepto de que “lo que la naturaleza destruye puede ser restaurado con la fraternidad distintiva de la sociedad humana sin fronteras”.
    El comité ejecutivo y los secretarios delegacionales hemos acordado aportar el 10 por ciento del financiamiento que reciben las delegaciones para gastos de operación sindical y así contribuir a restaurar la habitabilidad y combatir el flagelo que la devastación dejó en esos pueblos.

    * Secretario general del STAUdeG
    y presidente colegiado de la UNT.

    Visite nuestra página www.staudg.org

    Artículo anteriorNiños jornaleros del Felipe íngeles
    Artículo siguienteHéctor Rangel Villalobos