Pobre Tlajomulco, tan cerca de Guadalajara y tan lejos de Dios.
Irremediablemente ligado a la suerte de la zona metropolitana, este municipio es desde hace varios años el pastel más codiciado para fraccionadores y políticos sin escrúpulos.
Las miles de hectáreas de tierras se han vuelto gigantescos negocios que han atropellado leyes, reglamentos y el sentido común.
Con 640 kilómetros cuadrados de superficie, nueve delegaciones y once agencias municipales, Tlajomulco cuenta actualmente con poco más de 200 mil habitantes.
En las últimas dos administraciones encabezadas por Ernesto Díaz Márquez y Guillermo Sánchez Magaña, se autorizaron al menos cien nuevos fraccionamientos.
Tan sólo en la pasada administración fueron aprobados desarrollos que suman 60 mil lotes, que junto a los aprobados en el trienio de Ernesto Díaz Márquez, llegan a cien mil lotes.
Poco a poco comienzan a poblarse los fraccionamientos y como era previsible los servicios públicos están “tronando”.
Un urbanista de Tlajomulco me contó que los promotores de fraccionamientos coludidos con funcionarios municipales, formaron una aceitada maquinaria de corrupción donde ofrecían jugosos descuentos hasta de un 95 por ciento.
El dinero que no se pagaba en los trámites era repartido entre los que arreglaban el negocio.
Me tocó incluso presenciar cuando uno de estos promotores, reconocía haber gastado 300 mil pesos en mordidas para sacar adelante los permisos. Él se quedó con 50 mil pesos también.
La irresponsabilidad de las autoridades municipales al autorizar tantos fraccionamientos hoy enfrenta las consecuencias.
El municipio crecerá en tres años más en unos 300 mil habitantes y será imposible brindar los servicios públicos en forma aceptable.
Los nuevos habitantes del municipio ya comienzan a quejarse de la falta de estos. Por ejemplo, en el caso de las escuelas primarias ya registran sobrecupo y hay que trasladarse largas distancias para poder acudir a la escuela.
El servicio de transporte público es insuficiente y las inundaciones por las lluvias son la constante.
Hasta hace seis años, el metro cuadrado de un predio ejidal en Tlajomulco costaba entre 20 y 30 pesos; actualmente es vendido entre 100, 150 pesos o más según sea la zona.
Hay fraccionamientos exclusivos con acabados de lujo sobre la carretera a Morelia y otros de interés social que contarán con 10 mil viviendas, como Hacienda Santa Fe y Lomas del Sur.
En Santa Fe, los vecinos tienen que caminar hasta seis cuadras para tomar la única ruta de midibús y los nuevos vecinos ya exigen más rutas.
En la competencia para obtener clientes, los fraccionadores ofrecen espacios ecológicos, zonas boscosas, terrenos panorámicos y hasta el desarrollo Hacienda Santa Fe dice en su publicidad que es el único con iglesia.
Pero en el fraccionamiento sólo hay un letrero en una loma donde dice que ahí se construirá la iglesia. El año pasado el cardenal Juan Sandoval acudió a esa loma para poner la primera piedra del templo.
En este fraccionamiento de Santa Fe, las inundaciones han sido cosa de todos los días.
Uno de los problemas es que los nuevos fraccionamientos han sido construidos en lechos de ríos, en terrenos donde antes había una presa o en zonas bajas.
Por si fuera poco, los fraccionadores no han construido nuevos colectores y simplemente se conectan al drenaje municipal.
Un funcionario de la pasada administración, reunió a los principales fraccionadores en un rancho de Tlajomulco.
Ahí, “para abrir boca” les pidió a todos 200 mil pesos a cada uno nada más comenzar a atender sus proyectos. Dinero que nunca llegó a las arcas municipales.
Si bien es cierto que la actual administración recibió la pesada herencia de los fraccionamientos, tampoco ha actuado con energía para poner orden en el desastre que recibió.
El alcalde panista Andrés Zermeño, convirtió el municipio en un refugio de panistas que ante la debacle de las derrotas en Tlaquepaque y Zapopan, encontraron cobijo en Tlajomulco.
Un ejemplo es el actual tesorero y ex tesorero de Zapopan, Armando González Cantú que cargó hasta con la secretaria. Renovó casi a toda la dependencia y colocó a 26 de 30 puestos que tiene Tesorería. Además, en el afán de ganar, Zermeño pactó con el cacique panista y ex alcalde de Tlajomulco Manuel Guzmán de la Torre, a quien le abrió las puertas para meter a la nómina a toda la familia… y también entró él.
Al principio de la administración, Manuel Guzmán fue el director de vivienda.
Su hijo, Héctor Guzmán Ureña es regidor.
Esther Ureña Jiménez, esposa del expresidente Manuel Guzmán, trabaja en el DIF. Antonio Guzmán Ureña, hijo del exalcalde y hermano del regidor, es director de sistemas. Enrique Cabrera Ureña, primo del regidor y sobrino del exalcalde es director de Desarrollo Social. Evangelina Guzmán de la Torre, hermana del expresidente y tía del regidor, trabaja en el DIF. Rosario Montañez, esposo de Evangelina y cuñado del exalcalde, es inspector. Natividad Gómez Pérez, cuñado del exalcalde, es inspector.
Roberto Ureña Jiménez, cuñado del exalcalde y tío del regidor, trabaja en Ecología. Enrique Sánchez Flores, yerno del exalcalde es director de Protección Civil.
Nicasio Barajas, cuñado del regidor Héctor Guzmán, es chofer en Protección Civil. Abelardo Cárdenas Ureña, primo del regidor y sobrino del exalcalde, es director de Educación. Y hay otros casos:
Rosario Murillo Gutiérrez, quien fue secretaria particular del exalcalde, es ahora regidora. Alberto Murillo Avila, padre de la regidora, trabaja en Obras Públicas. Raquel Murillo Gutiérrez, hermana de la regidora, trabaja en Catastro. Teresa Gutiérrez Iñiguez, tía de la regidora, trabaja en Servicios Médicos Municipales. En total, el expresidente Manuel Guzmán de la Torre, colocó a nueve directores, cinco regidores, al síndico y a decenas de personas que trabajaron en su administración de 1995 al 97.
Cuando platiqué con Andrés Zermeño, me dijo que invitó a Guzmán de la Torre porque es una persona honesta que “se pasa de buena”. Que tiene gran ascendencia en el municipio y que es como “el tata” que ejerce gran influencia en una comunidad.
Luego aclaró que él invitó a todos los parientes y que además es difícil no contratarlos porque en Tlajomulco casi todos son parientes.
Y aunque al inicio de la administración Zermeño prometió hacer auditorías a los fraccionamientos y dar reversa a los que encontraran con irregularidades, nada de esto ha sucedido.
No solamente eso, los exalcaldes de Tlajomulco que iniciaron el problema, tienen también fraccionamientos en el municipio.
Guillermo Sánchez Magaña, quien fue expulsado del PRI, tiene un fraccionamiento en sociedad con otros ex funcionarios.
Y Ernesto Díaz Márquez ha llevado sus habilidades de fraccionador hasta California, en Estados Unidos, donde posee desarrollos.
He llegado a la conclusión de que Andrés Zermeño no actúa con energía en el caos que enfrenta el municipio porque “se pasa de bueno”.