Poema

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Rozando apenas tu formidable izquierda
como un esqueleto de timideces
a medias de la primavera me recordarás
y si es de noche olerás el aroma de
abril
y las flores
de la calle río Éufrates
y no los nubarrones enervantes
oscuros
de mis garabatos desangrados del alba
una leve bruma humosa por las calles
voluptuosamente caminando
un día nos envolvió
rozando apenas la impía corriente de adoquines
juro que me abriré los ojos toda la noche
aullando
como coyote herido en un baldío
y después como si nada
ternurosamente
enmielado
te recordaré
brindando por tu buenísima salud
en un bar
en el exilio

Desarticulas la muerte babeante
de lobo cretino
y te pones como siempre
a aullar
afligido
intolerante
sacas a patadas
(qué chinguita)
a la angustia y a la soledad
como a perros sarnosos
del pecho en penumbras
y te vas con los camaradas
a tomar cerveza o lo que sea
bajo un cielo relampagueante
de alcohol y rumbas
y muchachas ebrias
tatuadas en el alma y en la teta
con el hierro ardiente
de las monedas sucias y el desprecio
y acuchillas con alevosía y ventaja
a la amargura
saludando al mundo de los hombres
y a los primeros urbanos de la mañana
por las calles perdido
con el cigarrillo púrpura
epicúreo
frente al cuello rojo humeante
degollado del sol

Enrique Macías

Selección: Filemón Hernández

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