La industria alimentaria en México produce o procesa con altas condiciones de riesgo para los consumidores, de manera que muchas compañías dedicadas a este ramo en nuestro país, requieren asesoría urgente que permita mejorar sus sistemas de inocuidad.
Unima bioseguridad integral es una empresa que ofrece soluciones para el control biológico de microorganismos patógenos. Fue creada en julio de 2004 por alumnos y exalumnos de ingeniería química o de la maestría en ciencias en procesos biotecnológicos, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).
La sociedad, integrada por María Laura Mendoza Villaseñor y los hermanos José Luis y Rodrigo Alonso Nuño Ayala (a quienes se ha sumado su hermano Alejandro), está dedicada a ofrecer soluciones para el control de microorganismos patógenos en los sistemas de producción de alimentos. “Somos una empresa de biotecnología aplicada a bioseguridad”, explican en entrevista conjunta.
Añaden que su oferta de valor más importante respecto a la competencia es que, mientras las demás compañías proporcionan artículos para controlar organismos patógenos mediante productos químicos (antibióticos, desinfectantes, etcétera), “nosotros tenemos artículos de origen biológico y orgánico”.
“Las defensas que la naturaleza crea para protegerse a sí misma, las tomamos y terminamos por convertirlas en productos. Son moléculas que actúan dentro de los mismos sistemas biológicos presentes en plantas y animales. Nosotros ofrecemos una solución biológica, contra la solución química de otras empresas”.
Ellos resultaron ganadores del Premio Santander a la innovación empresarial, que por primera vez fue instaurado en nuestro país, en noviembre del año pasado.
El galardón consistió en un trofeo de cristal, mención honorífica y 500 mil pesos para apoyarlos con capital semilla, además de ofrecerles créditos a tasa preferencial con el grupo Santander Serfín, para financiar y empujar su empresa.
“Nos acercamos al Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, para recibir apoyo y asesoría por medio del programa Incubadora de empresas.
“Para concursar presentamos nuestra compañía en funciones, pues ya vendíamos productos y ofrecíamos asesorías. Competimos con 455 personas, quienes exhibieron 177 proyectos”.
Entre los requisitos de la convocatoria estaba que todos fueran estudiantes o recién egresados de licenciatura o maestría, que fueran empresarios y sus proyectos estuvieran bien diseñados, a fin de entrar en funciones, que tuvieran factibilidad económica para el mercado y sus artículos resultaran innovadores.
La generación de alimentos tiene tres eslabones principales: producción primaria, manufactura de artículos y el consumo. “Nosotros abarcamos los dos primeros eslabones de esa cadena: la producción primaria (agricultura, producción pecuaria) y la secundaria (alimentos procesados)”.
“La mayoría de la generación de alimentos en México, salvo aquella de los grandes corporativos, cuenta con sistemas tradicionales y bastante artesanales. Si efectuáramos un análisis técnico de bioseguridad y condiciones de inocuidad, veríamos que no debemos consumir 50 o 60 por ciento de los artículos generados”.
En nuestro país, cada año hay cerca de 160 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos. Esto también provoca enormes gastos y pérdidas económicas. “A eso nos dedicamos. Hay mucho trabajo qué hacer en este campo de la inocuidad alimentaria”.