El lado oeste de Vinterberg

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It’s the time of the season / when love runs high / and this time, give it to me easy / and let me try with pleasured hands. ¡Ah! esa rolita de The Zombies la traje en mente toda la semana luego de ver en la XLVI Muestra Internacional de Cine, que presenta en estos días el Cineforo, la mubi de Dear Wendy, dirigida por Thomas Vinterberg, realizador de la inolvidable Festen (primera –y multipremiada– película del revolucionario movimiento cinematográfico Dogma), y escrita por el sensible, creativo, atrevido, y neurótico cuando se trata de subir a un avión, Lars von Trier.
Dear Wendy es la combinación perfecta de las obsesiones de Vinterberg y la pasión vontrierana, encarnadas por el chico Jamie Bell, a quien vimos haciendo piruetas y pliés en Billy Elliot, pero ahora maneja armas de fuego, en este caso a Wendy, nombre con el que bautizó a su primera y más querida pistola.
Dear Wendy es la historia de Dick, un chico solitario con un trabajo aburrido, en un pueblo donde aparentemente no pasa nada, hasta ese memorable día en que es casi obligado a entrar a una tienda de regalos usados y comprar a Wendy. De ahí en adelante su vida dará un giro, si no de 180, al menos sí de unos cien grados, al encontrarse con otras almas en la misma línea que él, obsesionados con las armas de fuego, sedientos por conocerlas.
¿Cuál es la diferencia entre un revólver semiautomático y uno de doble acción?, ¿qué tipo de pistola usa un policía, un abogado o un delincuente profesional? Estas son algunas de las preguntas que todo el tiempo se hacen “Los Dandies”: Dick, Stevie, Huey, Freddie, Susan y Sebastián, un grupo de amigos que se reúne todos los días en un bodegón a practicar el tiro al blanco. Hablan sobre armas pero más que nada las estudian. Eso sí, la regla de oro es no lastimar a nadie, pues dicen ser un club pacifista. Casi siempre disfrazados con algún sombrero, gabardina o bigote postizo, no discuten quiénes fueron o quieren ser, se limitan a vivir el presente conectados en el circuito de la amistad y la camaradería. No mencionan mucho el sexo aunque piensen todo el día en ello, como Susan –la única chica de “Los Dandies”– que se ha dedicado a observar el crecimiento de sus senos y que en lugar de una, lleva dos pistolas, una por cada bubi.
La película fue rodada en Dinamarca y Alemania. Sinceramente no podría decir qué parte fue hecha en dónde, pues parece que fuera una misma locación. Vinterberg recrea un pequeño y tranquilo pueblo estadunidense muy al estilo western: con distancias cortas, pocos habitantes y en el que la más alta autoridad es un alguacil. Aquí es donde se hace presente el lado crítico de la pluma de Lars von Trier, quien muestra un pacifismo armado hasta los dientes. Al igual que en Dogville, Von Trier vuelve a ambientar su película en el medio oeste de los Estados Unidos de América y el resultado es peculiar. Las armas le dan fuerza y cohesión al grupo de “Los Dandies” y en cierta forma son una excusa para estar unidos. Pero como en otros guiones de Lars, la lucha entre dos instintos encontrados es la base de esta mubi.
Sin embargo, si dejamos el lado político y social, Dear Wendy es una de esas películas que cuando sales del cine, te lleva a pensar que se puede encontrar gente con quien congeniar y compartir esas locuras que a veces llevamos dentro y nos da miedo mostrar, pero es también esa peli que te enseña que siempre, cuando alguien hace algo diferente a lo acostumbrado, el mundo lo voltea a ver, y encima es señalado y castigado por la sociedad. “Los Dandies” no son la excepción.
A pesar de sus estilos diferentes y de ser uno mayor que otro, Vinterberg de 35 años de edad y Von Trier de 50, director y guionista se complementan en una ajustada simbiosis a la hora de narrar esta historia, que espero muy pronto puedan ver.

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