La presencia y acción de paramilitares, la invasión por parte del ejército mexicano a comunidades de influencia zapatista y un recrudecimiento de la represión y las agresiones contra indígenas y campesinos, son las causaspor las que el EZLN decidió retirarse de la vida pública por segunda ocasión en su historia.
En diciembre del año pasado, el subcomandante Marcos anunció un repliegue del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pues aseguró: “Como hace tiempo no ocurría, nuestras comunidades, nuestras compañeras y compañeros, están siendo agredidos”.
Desde hace varios años, pero de manera más contundente desde 2006, el territorio chiapaneco ha sido invadido por grupos paramilitares amparados por los gobiernos estatal y municipales, mientras que el ejército se ha desplazado por territorios zapatistas e instaurado 57 bases militares, además de los retenes y cuarteles, señala Rafael Sandoval.
El sociólogo del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la UdeG, recuerda la represión a organizaciones adscritas a La otra campaña. Incluso, fueron detenidos comandantes del EZLN en un retén militar en Sinaloa. Con todo esto “se ha violado la Ley para la paz y la conciliación en Chiapas acordada desde marzo de 1994, que se supone que ampara la presencia de zapatistas armados”.
Comenta que la guerra de baja intensidad y las provocaciones a indígenas y campesinos zapatistas no son una estrategia nueva, pero sí se ha recrudecido en el último año.
“No es que a este señor (Felipe Calderón) se le ocurrió hacerlo más fuerte que a Fox, sino que el fraude electoral por el que fue posible que ganara, trae consigo una serie de compromisos con el capital internacional que le dio su apoyo para las elecciones, de manera que eso (la represión) es a cambio de la privatización de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, y de la aprobación del Plan Mérida, que serviría a EU para establecer bases militares”.
Todos estos son elementos que influyen para que Calderón tenga que ceder y dar pasos más profundos en la guerra contrainsurgente. No sólo es la represión contra el EZLN, sino que es parte de una estrategia nacional para criminalizar y controlar cualquier tipo de movilización social y resistencia, enfatiza.
“Lo vimos en Oaxaca, pero también en todos los estados de la república. Aquí en Jalisco, con los pueblos indios de Mezcala, los huicholes, los nahuas, los del sur. Todos ellos han sido objeto de una ley estatal que los desconoce. Es la puesta en práctica de una guerra de despojo y de explotación contra la naturaleza y los pueblos a nivel nacional”.
Las hostilidades en Chiapas, dice, han sido “una clara decisión política”, porque hay gobernantes federales, estatales y municipales de los tres principales partidos, que “están en acuerdo para atacar a las comunidades. Desde hace tres años los paramilitares están hiriendo, matando o torturando a zapatistas”.
Esta estrategia incluye también la disputa por los recursos naturales. “Se está convirtiendo en una guerra abierta en las comunidades para el despojo de los recursos naturales mediante estrategias encubiertas, como el ecoturismo, la construcción de grandes hoteles, restaurantes y carreteras”.
Considera que por eso el EZLN podría haber tomado esta estrategia de repliegue, que más que para esconderse, sería para “preparar la respuesta de defensa ante la guerra de baja intensidad”.
Esta sería la segunda ocasión en que el EZLN se retira de la vida pública. La primera fue en 2001, después del incumplimiento de la Ley de derechos y cultura indígena planteada por ellos. En los cuatro años de retiro, los zapatistas trabajaron para construir “los caracoles” y los municipios autónomos zapatistas.
Al cuestionarle si el repliegue del EZLN retrasará el proyecto de La otra campaña, Sandoval estimó que “aunque sea objetivo del Estado, no veo cómo lo detenga”.
“Lo único que va a cambiar es que las formas del EZLN de hacerse presente en los lugares adheridos no sean tan contundentes. Lo que cambia en todo caso es que el proceso de consolidación del plan nacional de lucha de La otra campaña se va a tener que modificar, para que cada colectivo, cada organización social y cada movimiento de indígenas, campesinos o de las ciudades, haga aportaciones desde su comunidad”.
Consideró que el movimiento zapatista no se detiene. Por el contrario, advierte: “Le están echando más leña al fuego con esto de la represión, porque lo único que van a hacer es que las organizaciones que creían todavía en la vía partidaria, las obligan a posiciones más radicales y, a mediano plazo, van a crecer La otra campaña y otras opciones de lucha radical que ya estamos viendo”.
En una de sus últimas apariciones en público, en diciembre de 2007, el subcomandante Marcos dijo: “Preferimos nosotros tratar de seguir adelante en consolidar el esfuerzo civil y pacífico de lo que todavía se llama La otra campaña, y, al mismo tiempo, estar preparados para resistir, solos, la reactivación de las agresiones en nuestra contra, sea con ejército, policías o militares”.
“Quienes hemos hecho la guerra, sabemos reconocer los caminos por los que se prepara y acerca. Las señales de guerra en el horizonte son claras. La guerra, como el miedo, tiene olor. Y ahora se empieza ya a respirar su fétido olor en nuestras tierras”.