El año pasado, hasta septiembre habían ocurrido 198 defunciones de jóvenes en choques y volcaduras, entre los cuales un 29 por ciento presentó algún grado de alcohol en la sangre.
En el llamado periodo Guadalupe – Reyes, las carreteras federales que cruzan Jalisco fueron el escenario de 157 accidentes, informó la Policía Federal Preventiva (PFP). En estos se produjeron 23 muertos y 201 personas resultaron lesionadas. Ésta es sólo una pequeña expresión de los más de mil muertos que se producen a causa de los accidentes viales en el estado de Jalisco.
De acuerdo con el Consejo Estatal de Prevención de Accidentes (Cepac), de la Secretaría de Salud, en Jalisco fallecen en diversos accidentes dos mil 500 personas, 50 por ciento de esta mortalidad está relacionada con accidentes viales, que comprenden atropellamientos, choques y volcaduras.
Pero uno de los aspectos más preocupantes, según el Cepac, es que “los jóvenes entre los 15 y los 24 años son los más afectados en relación a la mortalidad en choques y volcaduras”, expresa en un informe de principios del presente año. El mismo documento señala: “El último dato oficial de mortalidad del año 2006 indica que, en choques y volcaduras fallecieron 306 jóvenes entre los 15 y 24 años y en el 2005 se presentaron 179 defunciones en jóvenes, lo que refleja un incremento del 41.5 por ciento de muertes en este grupo de edad”.
Además, del total de las alcoholemias realizadas a las personas que fallecieron en choques y volcaduras en 2005, el 40 por ciento pertenecen a jóvenes entre 15 y 24 años de edad.
Manejar por imitación nociva
El especialista en siniestralidad vial, el ingeniero de la misma materia, Germán Vicente Camacho Uribe, confirma que dentro de las variables que hoy prevalecen para favorecer el creciente número de accidentes, además de los caminos, los vehículos, los excesos de velocidad y otras variables, se encuentra una combinación letal: juventud y alcohol.
“Se puede identificar como un factor social, definible como una proclividad del ciudadano a la repetición. Es decir, un joven que está iniciando en la conducción de un vehículo, observa cómo su hermano mayor o su padre manejan de determinada manera, y hasta hay veces que dice que maneja mejor cuando toma, y a esto se agrega que no se exigen determinadas condiciones para conseguir una licencia”.
¿Cómo se expresan esas primeras lecciones involuntarias?
Pues lo primero es que alguien de la familia le dice al joven que se suba al coche, lo prenda y lo mueva, y entonces concluye que ya sabe manejar. Y cuando algún joven expresa su deseo de aprender en una escuela, siempre surge alguien que le dice que él lo enseña, y entonces da por sentado que no es necesario aprender sistemáticamente a conducir. Esta práctica incide en que el aprendiz nunca conozca los verdaderos alcances de la máquina que está a su cargo.
¿Cuál es el lugar que ocupa en los accidentes la potencia de los nuevos vehículos compactos y subcompactos?
Lo primero que hay también que agregar es la accesibilidad financiera, y desde luego, cuando alguien adquiere un vehículo, no es advertido de la peligrosidad del mismo, su riesgo, su potencialidad. Por otra parte, está el renglón de los distractores, que parte desde que los vehículos cada vez son más fáciles de manejar –lo que no quiere decir que se sepa conducir– y, en esa medida, los jóvenes sienten que pueden manejar el auto y controlar otros elementos, tanto en la externalidad del auto, como en su interior.
Así, creen que pueden hablar por celular, ver una pantalla, manipular el estéreo… y es algo que van aprendiendo por imitación.
¿Hay elementos del auto que predispongan a conductas inseguras que pueden ser causa de accidentes trágicos, además de su propia potencia motora?
Sí, desde luego. Los vehículos modernos son más cómodos y tienen más accesorios, entre estos, los que cuentan con aditamentos para asegurar las bebidas, lo que otorga confianza a un conductor de ir tomando alcohol y conduciendo. Pero no tenemos la información suficiente para considerar los riesgos, como es el caso del alcohol. Parece muy fácil manejar, ir bebiendo y tener la seguridad de que el vaso, la botella, la botana, la puedo colocar, y eso propicia que aquello que me dijeron que se podía hacer, sea cierto. Y los aditamentos son para eso.
Hace apenas un lustro la relación de accidentes viales y el alcohol no era tan prevalente. ¿Por qué hoy es en algunas ciudades un tema de salud pública?
Mucho tiene que ver el índice de motorización a lo largo y ancho de la república mexicana, pero lo principal, estimo, es la facilidad con que los jóvenes tienen acceso a un vehículo. Miles de autos pequeños con gran accesibilidad y potencia, que son manipulados por los jóvenes, y a esto se agrega el concepto de que el que no toma, no participa y no forma parte del grupo. Se disparan los accidentes.
¿Es urgente establecer otros criterios para el otorgamiento de licencias de conducir?
Yo creo que sí. Debemos seguir los ejemplos en otros países, donde se emite una constancia que la autoridad concede a la pericia en la forma de conducir, pues aquí todavía tenemos el concepto de que la licencia es un documento infalsificable, y la autoridad da más importancia a colocarle candados para convertirla en infalsificable, que a ponerle atención a que el potencial conductor sea evaluado en términos de seguridad. Una buena licencia infalsificable no te libra de un accidente, pero una certificación de la manera de conducir, sí.