Para el investigador universitario Francisco Aceves González, del Centro de Investigación de la Comunicación, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), la salida del aire del programa conducido por la periodista Carmen Aristegui, nada tiene que ver con la participación del cuñado del presidente de la república en la empresa PRISA.
“Nada qué ver. Se trata de la empresa, las posiciones y los intereses. obviamente, el programa era molesto y no agradable para el ejecutivo. Eso lo sabían ellos claramente. Decirle no a Carmen, es decirle al ejecutivo, ‘no me estoy autorregulando, pero te estoy demostrando la capacidad que tengo de decidir sobre mis propios contenidos’”.
Aceves insta al auditorio y a quien lee profusamente sobre ese acontecimiento en las últimas semanas, a no analizar el suceso de una forma maniquea, ya que se puede caer en el extremo de juzgar el hecho como “una censura total” o en el otro, de “se terminó un contrato y por eso se acabó”.
Se advierte, con lo sucedido –afirma el investigador–, una política de los propietarios de los medios de comunicación para ejercer restricciones editoriales en sus programas informativos y eso desemboca en una limitación a las expresiones de los periodistas, lo que puede ser interpretado como censura.
“Es un indicativo de una regresión o de una manifestación de que los concesionarios están incidiendo de una manera fuerte en la determinación de los contenidos informativos, de acuerdo a la lógica de sus intereses, porque es ilógico que un programa con un alto raiting, con rentabilidad, salga del aire, a no ser que los anunciantes hubieran sido los que reclamaran la salida de la conductora”.
Puntualiza Aceves que a diferencia de los tiempos del control priista, en que una llamada de la Secretaría de Gobernación podía ordenar el despido de un profesional “incómodo”, ahora el ejecutivo no posee esta facultad y son los medios y sus propietarios los que tienen ese poder de interlocución. “Los medios no están subordinados al presidente, sino que utilizan su propio poder para establecer su poder real. En otras palabras, habrían dicho, de nosotros depende dejarla (a Aristegui) o quitarla”.
Agresión a una incipiente democracia
“La supresión de la oferta periodística que con talento, compromiso y visión ética, construyó Carmen Aristegui en la radio mexicana, aprovechando la cobertura que le dieron los acuerdos originales de la empresa PRISA con Televisa-radio, equivale sin duda alguna a la cancelación de un respiradero vital, de una fuente de alimento para el desarrollo de una ciudadanía bien informada, cuestionadora y analítica en México”.
Así opinó la maestra María Elena Hernández Ramírez, directora de la carrera de comunicación pública, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUSCH), de la Universidad de Guadalajara, quien agregó: “ su salida del aire es un terrible golpe a nuestra incipiente y compleja democracia, un signo inequívoco del espíritu de los tiempos: el endurecimiento de los controles institucionales y de los poderes fácticos sobre cualquier manifestación que vulnere o ponga en evidencia las contradicciones del sistema y de los poderosos”.
Hernández asegura que el auditorio está frente a una escena conocida en el terreno de las relaciones prensa-poder que han prevalecido históricamente en nuestro país y explica que es “normal” que luego de pasada la contienda presidencial, y una vez definido el peso del partido en el poder, los actores políticos y económicos empiecen a alinearse y a funcionar como aliados, sin importar sus apuestas previas.
La académica se pregunta por qué fue eliminada del aire una de las voces críticas más prestigiadas mundialmente del periodismo mexicano y concluye que tendríamos que reflexionar sobre cómo logró Aristegui sostener su proyecto editorial por casi cinco años, en un país cuyo sistema de medios ha estado ligado a los poderes económico y político desde su origen y de manera intrínseca.
“¿Habrá sido tan fuerte el peso económico de PRISA en los proyectos de Televisa, como para proteger esta ventana de oportunidad para el periodismo mexicano? ¿Se permitió a la periodista ensayar su propuesta, porque era útil a las empresas asociadas, en el sentido de que al menos Televisa podía sustentar con este espacio su pretensión de mostrarse como impulsora del interés público?”
Agrega que la historia del cierre o supresión de los mejores espacios periodísticos que ha tenido México en los últimos 20 años puede mostrar cómo las empresas de comunicación nunca han dejado de estar comprometidas con los intereses del poder político en turno, y precisa que usualmente se trata de vaivenes, como el caso de Miguel íngel Granados Chapa durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Indica que de momento la lectura puede ser esa: que los medios se han alineado, que el margen de maniobra para el periodismo crítico en los medios tradicionales quedará reducido a los temas que interesen a quienes ostentan poder económico o político, aunque hay un aspecto optimista: “no han cesado, ni cesarán los esfuerzos individuales de ciertos periodistas por presentar la mayor información posible, el mejor análisis de los acontecimientos, aun en los reducidos márgenes que les permiten los medios comerciales”.
Aun así, indica que lo más importante es que estamos en medio de una revolución tecnológica que posibilita la circulación de información alternativa vía internet. Concluye que “ciertamente cómo puede garantizarse el financiamiento de estas y otras opciones periodísticas críticas, disidentes o alternativas, es la gran interrogante”.