La letra que ruge

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Yo compongo mis canciones pa´ que el pueblo me las cante
  y el día que el pueblo me falle, ese día voy a llorar.
José Alfredo Jiménez

El jefe de jefes de la FIL, Raúl Padilla López, dio la bienvenida a los jefes de jefes del corrido: Los Tigres del Norte. Siempre cantan sobre otros y por primera vez los hermanos Hernández se presentaron para contar de ellos.
Así empezó el zarpazo de la historia de este grupo musical. Los novelistas Elmer Mendoza y Arturo Pérez Reverte marcaron el paso en este corrido. Primero como fan intelectual, Elmer Mendoza dio respuestas a la música que hacen los Hernández. Para él, el corrido es un “genero de gran representatividad”, pues cuenta lo que viven e imaginan los pueblos. Nada de visiones conservadoras y extremistas. Que si los Tigres del Norte cantan historias violentas, que si convierten en héroes a los narcotraficantes, que si exaltan el espíritu de la delincuencia organizada. “Los corridos son para héroes y para antihéroes”, para Elmer lo que hacen Los Tigres del Norte es para todos. Cantan de los narcos, la vida de los migrantes, la nostalgia del mexicano en Estados Unidos y la frustración que deja encerrado un amor tras una puerta negra.
Elmer Mendoza los llenó de adjetivos por su aportación a la cultura popular mexicana. No dudó en decir que este “grupo ha creado un sonido”. Incluso tan soberbia es su música, que canción que cantan nadie la vuelve hacer suya. La “tigrización” es un concepto acuñado para afirmar que hay canciones sólo de ellos.
Nada de acordeones con impresiones de piel de tigre, ni trajes coloridos con grandes hombreras, no llevaban botas, ni instrumentos. Ataviados con sobrios trajes sastres, sonrientes y sencillos escuchaban las palabras de Elmer, que presumía los logros de este grupo, que en Rusia y en Japón se presentó con éxito.
Hubo un respiro a los elogios. Arturo Pérez Reverte estimuló a los cantantes para hablar. Su novela La reina del sur, los tigres la convirtieron en un hit musical. Con esa historia las mujeres pisaron con firmeza la tierra del narcotráfico. Para Pérez Reverte la humildad de estos músicos es la razón de su cercanía al pueblo.
Después pasó el micrófono a Jorge Hernández, el fundador de esta agrupación norteña. Él agradeció y pidió disculpas “por si lo veían nervioso”. Luego contó sus orígenes. Desde plebes en Rosarito, Sinaloa, los Hernández cantaban con su abuelo y en la escuela. Ganaron la fama y los buscaban en su casa para que les cantaran a los dolidos del corazón o a los que sólo querían fiesta. Ahí descubrieron el secreto para la fama: con los corridos todos se vuelven narcisistas y ególatras. ¿Por qué? Cuando cantaban cualquier corrido aquel que les pagaba les pedía que cambiaran el nombre del personaje de la historia por el suyo.
La raíz del grupo la simplifica Jorge Hernández: “De la enfermedad de mi padre nacen Los Tigres del Norte”. Los parió la necesidad. Nada de sueños de fama. Recorrieron restaurantes. Cruzaron la frontera de mojados y llegaron a Estados Unidos.
Del origen pasaron a los cuestionamientos. Arturo Pérez Reverte les preguntó: “¿Son conscientes de que fuera de México se conoce a este país por sus canciones?”. Hernán Hernández tomó el micrófono. Él es el bajista del grupo, la segunda voz y el que conserva sin teñir su menchón blanco. Antes de responder agradeció y aseguró que esa conferencia es “un escalón nuevo para nuestras carreras”. Reconoció la crítica constante al narcocorrido y que en el extranjero México es impensable sin drogas. Sin embargo, para Hernán nuestra cercanía con Estados Unidos tiene mucho que ver: “Este es el país que más la consume, pero siempre nos echan la culpa a los mexicanos de que la pasamos y de que los abastecemos. Como dice una canción nuestra, ‘nosotros no cruzamos las fronteras, la frontera nos cruzó’”.
Los Tigres del Norte viven en el norte. Desde allá, leen en el periódico sobre los decapitados en México. Hernán confiesa que les duele lo que ven en la tierra donde nacieron y por eso también cantan sobre eso. “Simplemente estamos cantando la realidad y Los Tigres siempre nos preocupamos de lo que le pasa al mexicano”.
Sin formación musical tienen éxito. ¿Cómo aprendieron? Eduardo Hernández cuenta que su abuelo tocaba el acordeón. Desde cachorros disfrutaron del sonido de los instrumentos. Estos músicos no vieron el pentagrama: “Somos líricos en la música. Nunca fuimos a la escuela para aprender una nota”, confiesa sin miedo Eduardo y advierte que como ahora es el arreglista del grupo buscó preparación.
A mitad de la conferencia, Elmer Mendoza entonó una parte de “Contrabando y traición”. Arturo Pérez Reverte prometía que al final cantarían juntos. Siguió la charla. Hablaron de las mujeres, de su mamá que los regaña cuando no sonríen en la televisión, de que ellos cantarán del narco, pero nunca usan palabras altisonantes para hablar y menos para cantar en un escenario.
Hernán Hernández, bajista de Los Tigres del Norte, se asombra de los avances. Antes era escandaloso programar corridos en la radio con letras que hablaran de “la hierba mala”. Todo cambió. De los chiquillos que cruzaron la frontera, ahora tiene 40 años de historia musical, Grammys, usan un jet pintado con piel de tigre y en esta FIL debutaron como conferencistas con ellos como tema central. Al final, Arturo Pérez Reverte y Elmer Mendoza cumplieron su promesa y cantaron a capela junto a Los Tigres del Norte.
Al final los tigres rugieron y marcaron su territorio.

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