En 1992 la Universidad de Guadalajara estableció el modelo educativo del bachillerato general con propuestas curriculares flexibles, capaces de adaptarse continuamente al rápido desarrollo del conocimiento, la aplicación de modelos pedagógicos formativos, el uso de estrategias que fomenten la interdisciplinariedad y la formación de sujetos innovadores y con una cultura integral, capaces de responder a las necesidades sociales y a los retos del desarrollo regional y estatal.
La maestra Ruth Padilla Muñoz, directora general del Sistema de Educación Media Superior (SEMS), afirma que el modelo de 1992 era constructivista. El problema más serio que se presentó para su aplicación fue la formación de profesores, en ese tiempo insuficientes, “lo que provocó que un modelo que tenía ciertas bases pedagógicas y epistemológicas, se aplicara como un modelo tradicional”.
Agrega que a través de los años el modelo envejeció y su aplicación no estuvo apegada al diseño original. Entonces se propuso un nuevo modelo: bachillerato por competencia, implementado desde agosto de 2008 en la Universidad de Guadalajara, antes de la aprobación, en el ámbito nacional, del Sistema nacional de bachillerato por competencia (SNB).
Aclara que aunque guardan similitudes, tuvieron diferentes momentos de diseño y evolución. “La gran diferencia es la manera en cómo se expresa verbalmente. En el perfil del egresado universitario la competencia es sintética y en el de prepa es más descriptiva. La diferencia resulta más discursiva que de fondo”.
Para la maestra Ruth Padilla Muñoz, adoptar este sistema en el bachillerato universitario, que ha sido un éxito en otros países, es una evolución natural. “Si bien es cierto que el modelo de antes de 1974 estuvo inspirado en la tradición positivista, el de 1992 parte de la teoría constructivista del psicólogo suizo Jean Piaget. A pesar de que no pudo ser aplicado como estaba planificado, sí alcanzó a sensibilizar a un número importarte de actores del nivel medio superior. Al llegar a las competencias se ve como un proceso de evolución a lo largo del tiempo, influido por el diseño de competencia de nivel superior con muchos años en la UdeG.
No se trata de adaptar un sistema de éxito internacional. Lo importante es que el alumno pueda transferir lo que ve en la escuela a contextos diversos. Un modelo que se extiende a lo largo del mundo, en América latina, y que permite la inserción en el mundo educativo a escala mundial.
Profesores y aulas
Desde 2008 el SEMS se ha abocado a trabajar en la formación de los docentes del nivel medio superior de la UdeG, a través de un diplomado de 150 horas presenciales y un trabajo final. A la fecha llevan un 70 por ciento de maestros capacitados, de los cinco mil 800 profesores que integran el SEMS. Un proceso continuo que involucra también a los profesores de los módulos y las escuelas incorporadas a partir de agosto de 2009.
Este modelo reclama el equipamiento de las escuelas, con laboratorios de cómputo, ancho de banda para la transmisión de voz y datos, reforzamiento de material para bibliotecas.
El objetivo es “que las escuelas tengan lo indispensable y puedan llevar a cabo el modelo, tal y como fue planeado. Se busca que el aprendizaje sea más vivencial y contextualizado”, según Ruth Padilla Muñoz.
Beneficios para todos
A un año de evolución, el SEMS ha evidenciado que con este modelo los alumnos se vuelven más activos en la búsqueda de la información de sus propios aprendizajes. Están más inquietos en buscar lo que a ellos les interesa aprender. “Obviamente retan a las capacidades y competencias de los profesores, en el mejor de los sentidos, porque demandan más del docente de lo que tradicionalmente se daba”, asegura la titular del organismo.
La evaluación por competencias es continua. Se mide por logro o desempeño, algo difícil de cuantificar cuando se realiza la evaluación de conocimientos puros. Por ello los alumnos deberán entregar proyectos y actividades que demuestren cómo adquieren las competencias en el semestre.
“Estas nuevas herramientas son palpables hasta en la casa, cuando los padres de familia ven a sus hijos más dedicados y entusiasmados. Un cambio conductual en cómo se comportaban los alumnos en secundaria a cómo se están comportando ahora en el bachillerato”, señala Ruth Padilla Muñoz.