La muerte, al igual que el amor, siempre ha sido un tema de interés para el cine. Están las provocadas, las de causa natural y las que son producto de un accidente. Muchas de ellas memorables por distintas causas: por su emotividad y el contexto que rodea al personaje, por su ejecución técnica frente a la cámara y por lo que representa para la anécdota contada. Muertes inolvidables que han pasado a ser parte fundamental de la historia del cine.
A continuación, algunos ejemplos de las más representativas, tanto por haber marcado a generaciones completas de espectadores, como por el aporte de nuevos elementos a los distintos géneros del cine y contribuir así a la evolución del séptimo arte.
Los que matan
La violencia en el cine no es algo nuevo. Ha sido abordada desde distintos puntos de vista y contextos. El homicidio es la forma de muerte más explotada y ha sido utilizado en todos los géneros, desde el fantástico hasta el melodrama, pasando por el thriller, la ciencia ficción, el western y hasta la animación. Estos son tres de los asesinatos que marcaron la forma de hacer cine.
Psicosis (1960), Alfred Hitchcock
Uno de los homicidios más importantes en la historia del séptimo arte es la secuencia del asesinato en la regadera, cuando Marion es brutalmente acuchillada por Norman Bates, al ritmo de la música compuesta por Bernard Herrmann, que sugiere cómo el cuchillo entra y sale al compás de la pieza. La película y en especial esta secuencia, vino a evolucionar el género del suspenso.
La secuencia se rodó en una semana; dura 45 segundos y está compuesta por cerca de 70 planos dibujados por Saul Bass. Para Bass el concepto de la escena era no ver el arma, sino sentir su presencia y no mostrar sangre, excepto al final, cuando se va por el drenaje. Sin embargo, Hitchcock exigió la inclusión de dos planos más: uno donde el cuchillo parece penetrar el abdomen y otro en el que corre sangre mientras ella cae al suelo. Optó concientemente por hacer de esta secuencia la más violenta de la película y de su carrera.
El padrino (1972), Francis Ford Coppola
El manejo del suspenso y la tensión en la secuencia del restaurante donde Michael (Al Pacino) asesina a sangre fría a dos mafiosos, es magistral. Michael está con ellos en la mesa y de repente se disculpa para ir al baño. De la taza del excusado saca una pistola y se dirige de nuevo al comedor. Se escucha el sonido del tren que pasa por el puente, cada vez más fuerte. Sin dejar de caminar, Michael le da un tiro a cada uno. La secuencia termina con las notas a todo volumen del tema de Nino Rota.
Taxi driver (1976), Martin Scorsese
La película culmina con el múltiple homicidio en el hotel de paso al que acude Travis Bickle (Robert De Niro) para rescatar a Iris, la niña-prostituta (Jodie Foster) del inframundo en el que habita. Afuera del hotel, Travis le dispara al proxeneta (Harvey Keitel). En cuanto entra, asesina a tiros a un hombre. En la puerta principal aparece el proxeneta herido y le dispara a Travis en el cuello, quien a su vez le regresa el tiro y lo mata. En la habitación le dispara al tipo que está con Iris. Travis recibe una bala en la pierna. Vuelve a dispararle al hombre, esta vez en la cabeza, la sangre mancha la pared. Travis se sienta en el sillón y se desangra. Iris llora. La policía llega. Travis cierra los ojos y la pantalla se va a negros.
En la siguiente secuencia vemos que Travis Bickle no murió. Muchos espectadores prefirieron pensar que sí y que lo que aconteció después fue producto de un sueño. Pero lo cierto es que al final Travis conduce el taxi por las calles de Nueva York.
Cuando los matan
Cuando el protagonista o los personajes con los que se ha simpatizado mueren, puede ser doloroso para el espectador. He aquí dos casos que impactaron a cinéfilos de todo el mundo: Grizzly man (2005), de Werner Herzog, documental que muestra la vida del experto en osos, Grizzly Timothy Treadwell, que vivió durante 13 años entre ellos, sin armas y que grabó todas sus aventuras en la selva, hasta que un día fue devorado, junto con su novia, por uno de ellos. El documental registra el momento en que ocurrió el fatal accidente. La cámara cae entre las ramas, sigue en rec y se escuchan los gritos de ambos al ser atacados.
La otra es la película de dibujos animados Bambi (1942), de Walt Disney. Cuando de forma inesperada un cazador dispara a la mamá de Bambi, ésta muere al instante, dejando desprotegido a su cachorro y en shock a los millones de niños de seis años que vieron la película.
Los que deciden morir
Dentro de la ciencia ficción hay dos muertes memorables: la de Darth Vader, en Start Wars. El regreso del Jedi (1983), escrita y producida por George Lucas y la del replicante artificial en Blade Runner (1982), de Ridley Scott.
En la primera Darth Vader se doblega por amor a su hijo Luke y destruye al emperador, para luego morir a causa de sus heridas internas, tal como la profecía predijo. Muere en brazos de Luke, no como Vader, sino como Anakin, luego de haberle quitado la máscara. En Blade Runner, el villano Roy Batty persigue a Rick Deckard. Cuando Deckard está por caer de una azotea, en lugar de matarlo, Batty lo salva, pues ha comprendido el valor de la vida y luego de su última frase (“es hora de morir”), su vida termina.
Son muchas las muertes memorables en el cine, como las merecidas para villanos como Max Cady (Robert De Niro), en Cabo de miedo (1991), de Martin Scorsese. O las absurdas, como en Pulp fiction (1994), de Quentin Tarantino, cuando Vincent y Jules van en el auto y al pasar por un bache se le dispara el gatillo a Vincent, volándole la cabeza a otro de los personajes.
Es imposible mencionarlas todas. Estas son solo algunas que han quedado grabadas en la historia del cine.