Profeta del caos

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Para el prestigioso musicólogo francés Norbert Dufourcq (1904-1990), Stravinsky, Satie, Bartok, Schoenberg y Hindemith, evitaron cadencias en sus obras, abrigaron cierto equívoco tonal y multiplicaron e intercalaron ritmos.
El especialista dice que estos compositores se presentaron como revolucionarios y creadores de un arte inédito de los sonidos, alejándose del romanticismo y del impresionismo. “Música dura que quiere pintar las realidades y evocar las abstracciones; música primitiva que toma toda su sustancia de ritmos deformados y efectos de timbre; música caótica, donde se entrechocan las tonalidades y los modos más opuestos, pero regida por una voluntad dominadora y donde la melodía encuentra a veces lugar, aunque no siempre se le permita modular; música violenta que exige de los compositores una técnica orquestal muy avanzada; música ‘dinámica’ o música de ‘laboratorio’ hecha de contrastes, de impresiones fuertes y a menudo de dibujos abstractos o puramente intelectuales”.
Norbert Dufourcq menciona que esta música nació en el momento mismo en que el artista se esforzaba en trasponer al dominio de los sonidos los ruidos de la vida moderna, de convertirse en el cantor de la máquina o en traductor de los ritmos trepidantes. De esta manera, Dufourcq concluye: “Tal arte debía terminar fatalmente en la música llamada concreta…”.
La música concreta representa un eslabón en el desarrollo de la música electrónica. El uso de efectos y la inclusión de fragmentos de sonidos de la naturaleza o de procesos industriales son parte de este género que apuntaló bases para la constitución del Electronic Body Music (EBM) –estilo que se conoce comúnmente como “industrial”.
Los señalamientos que efectúa Norbert Duforcq al referirse a esa música dura, primitiva, caótica, violenta, con ritmos deformados y en que la melodía encuentra en momentos lugar, son axiomáticos dentro del EBM.

Terrorismo musical
A mediados de la década de los setenta, Throbbing Gristle se constituyó como un proyecto pionero en la producción de música abrasiva, con clara tendencia al terrorismo. Esta visión oscura marcó particularmente a grupos surgidos en los ochenta, mismos que fueron etiquetados como industriales. Skinny Puppy, KMFDM, Ministry, Front 242 y Nitzer Ebb, encabezaron un movimiento en el que la música electrónica fue llevada a los terrenos más extremos.
De esa generación sobreviven exponentes fundamentales, entre ellos Nitzer Ebb, agrupación que efectuó una pausa en su camino y que desde 2006 se encuentra de nuevo activa.
La concepción de una música “dinámica” o música de “laboratorio”, se manifiesta en el trabajo que Douglas McCarthy y Bon Harris –integrantes de Nitzer Ebb– ponen en práctica para la creación de su sonido.
Bajo la influencia de una electrónica precoz y con clara programación de secuencias que evocan paisajes de la vida moderna (ecos que dan paso al canto de la máquina), el grupo formado en Essex, Inglaterra, inició su propuesta con la producción del álbum The total age (1987), un registro musical inmerso en sonidos industriales y paisajes caóticos. “Murderous”, “Join the chant”, “Violent playground” y “Fitness to purpose”, temas incluidos en esta primera placa, condensan esa idea a la que hace referencia Norbert Dufourcq acerca de los compositores revolucionarios que crean un arte inédito de los sonidos.
Nitzer Ebb formó su propio estilo corrosivo. Los discos Belief (1989) y Showtime (1990), poseen imprescindibles creaciones para la música electrónica. Así, “Hearts and minds” –como himno individualista– y “Getting closer” –como una oda a la violencia–, son temas que le brindaron personalidad al grupo comandado por McCarthy y Harris.
Los álbumes posteriores de Nitzer Ebb, Ebbhead (1991) y Big hit (1995), quizá no significaron un golpe rotundo. No obstante, abrieron camino para la transición de Nitzer Ebb en un momento en que la música electrónica comenzó a tener inherentes mutaciones. A principios de 2010, McCarthy y Harris editaron Industrial complex, una producción discográfica que, con algunas novedades, recupera la esencia del grupo.
Como Stravinsky o Satie, Nitzer Ebb multiplica e intercala sus ritmos en su obra total, misma que mantiene su provocación llena de fuertes impresiones.

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