Una historia de vanidad y oropel

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ANTONIO ORTU„O. FOTO JOSE MARIA MARTINEZ

El Gato Vera logró ascender de simple utilero a director cinematográfico de altos vuelos. La ambición es su principal motor. Por eso no fue muy escrupuloso cuando se acostó con su futura productora o cuando aceptó aliarse con un crítico de cine para que hiciera comentarios a favor de sus películas y en contra de las de Arturo Letrán, cineasta que logra conquistar Hollywood.
La muerte de Roberto Romo, apodado el Animal, ex jefe, amigo y mentor del Gato Vera, ocasiona que éste, atormentado por los remordimientos haga un alto en su vida. Los recuerdos llegan. Se pone a escribir una historia en que las vidas de Arturo Letrán, él y su mentor se cruzan.
ínima está ambientada sin duda alguna en México, aunque el nombre de la urbe donde tiene lugar la mayor parte de la acción se deje a la imaginación. Cuando el autor hace mención de ésta, simplemente deja un espacio en blanco subrayado. La novela da pistas: “La primera impresión negativa la daba la pasta de esmog que se extendía desde la ciudad hasta el lago cercano”.
Hay quienes relacionan a Guadalajara con la misteriosa ciudad donde el Animal Romo tiene su estudio y donde vive el Gato Vera. Sin embargo, bien podrían caber los nombres de muchas ciudades mexicanas. Algunas tal vez no tengan lagos cercanos, pero seguramente las actitudes y comportamientos colectivos sean similares a la de los personajes de la novela.

Sólo ambición
La historia que cuenta Antonio Ortuño en ínima, su nueva novela, sirve de pretexto para retratar las ambiciones de un grupo de cineastas, lo que éstos son capaces de hacer para conseguir becas, presupuestos, presentaciones en el extranjero y promoción de sus películas. Los aspirantes a ese mundo de oropel tienen que ser capaces hasta de una actitud servil para obtener los favores de quienes ya alcanzaron el cielo de la fama o para arañar hasta la última gota del presupuesto. Más de un lector podría sentirse identificado con algún personaje de la obra. El autor no sólo habla de lo que sucede en muchos gremios, sino de la condición humana en general.
“ínima” dentro de la novela es el cortometraje que Roberto Romo presenta con más pena que gloria en el Festival de Cine de Marsella. Trata del ánima de un zapatero que quiere llamar la atención, pero sólo logra asustar a un borracho y a un par de gatos. El fantasma no puede alejar de sí el apego que tiene a éste mundo, pero es tan invisible que nadie se da cuenta de que existe. Resignado decide ponerse a trabajar. El símil que hace Antonio Ortuño entre la trama de “ínima” y la vida de Roberto Romo, un ser humano al que muchos consideran como insignificante, es más que evidente.

El mundo del cine
La novela, editada por Mondadori, empezó a ser concebida en la mente de Antonio Ortuño a raíz de la muerte de Rigo Mora, un cineasta pionero de la animación en plastilina y látex en México, amigo suyo. La obra, sin embargo, no es biográfica. El Animal Romo no es Rigo.
La relación de Antonio Ortuño con el mundo del cine comenzó el 10 de julio de 1991, cuando obtuvo su primer trabajo como chalán en un estudio de cine de aficionados. En ese lugar laboró durante siete años. Ahí el escritor aprendió a filmar con la cámara de 35 milímetros de Gabriel Figueroa, fue molde viviente para una máscara de león y se intoxicó con amoniaco. Muchas de las anécdotas contenidas en la obra están basadas en las vivencias del autor.
Un humor agridulce permea la obra. Frases propias del mexicano la salpican. La prosa es ágil y digerible. Para el guionista Francisco “Payo” González, una de las señales que delata el involucramiento del autor con la historia es que utiliza un lenguaje más coloquial y cotidiano.
Antonio Ortuño es considerado por la revista británica Granta como uno de los mejores escritores jóvenes en español. ínima es su tercera novela. Las otras dos son El buscador de cabezas (2006), que fue seleccionada por el diario Reforma como mejor primer libro del año y Recursos humanos (2007), finalista del premio Herralde de Novela.

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