La música pop –y sus posibles conexiones– carga con el estigma de lo simple, complaciente y fugaz. Es asociada a proyectos que carecen de libertad creativa y que aprovechan exclusivamente un momento o una moda. Esta marca, difícil de borrar, tiene inflexiones que logran reivindicar el género desde una perspectiva inteligente y valiosa. Algunos ejemplos en este cambio de sentido: The Ocean Blue, James o Garbage. Sin embargo, las últimas décadas tienen en la obra de Morrissey una de las demostraciones más claras del mejor pop.
Después de conseguir notoriedad como solista, gracias a las producciones Viva Hate, Your arsenal y Vauxhall and I, la mitad de los noventa no resultó fácil para este cantautor inglés. Algunas grabaciones con poca fortuna y el surgimiento de nuevas agrupaciones, representaron un cambio de estrategia, sin perder el lado provocativo, en momentos hedonista, que caracteriza el trabajo de Morrissey.
De esta forma, You are the Quarry llegó antes de la mitad de la década pasada, en un momento preciso. El álbum consiguió un sonido renovado, provocó el encuentro con un nuevo público y marcó la ruta hacia nuevas posibilidades musicales, esfuerzos que se concretaron en Ringleader of the tormentors y Years of refusal, este último una prueba de pop con personalidad.
