Alejandra Pizarnik, desaparecida poeta argentina, escribió esta obra en 1971. Como todo trabajo que por su contenido y calidad no pierde vigencia, es reeditado e incluye ilustraciones de Santiago Caruso, creativo encargado de ilustrar notas y portadas para el diario El Clarín. Pizarnik confeccionó un retrato del sadismo y la locura, convirtiendo a este libro en una de sus obras imprescindibles.