Coreógrafo, bailarín y director de la compañía que lleva su nombre, Emmanuel Grivet es un artista comprometido en la investigación sobre el cuerpo y movimiento. En días pasados tuvo como escenario el Teatro Experimental, con las piezas Improbabilidades e impostura y Transparence Blanc. Además impartió el taller Danza, contacto e improvisación, en el salón de ensayos del Teatro Diana. Su compañía se ha presentado en diferentes ciudades francesas, como París, Toulouse, Aix-en-Provence, Marsella, Bordeaux, Montpellier, entre otras, así como en países como Alemania, España, Israel, Túnez, Marruecos y Mali.
Creatividad
Se relaciona con el tiempo. Vivir es crear, desde mi punto de vista. Es abrir la puerta a la creatividad. Por eso hay que ubicarse en la realidad, en el momento presente, para inventar lo que se va a hacer. Eso es importante, y lo permite la danza contemporánea con esta apertura que le pide a uno descubrir un lenguaje e intereses propios y cómo entrar en un escenario y desarrollar el tiempo dentro de un proceso artístico. La pieza es sólo una respuesta posible a esas preguntas. Para mí nunca se acaba una pieza, aunque sean los mismos bailarines, porque el tiempo, el espacio y el público son diferentes.
Movimiento y danza
Me inicié en la danza hace 30 años. El coreógrafo Jean Masse tenía la idea de que tres varones que no fueran bailarines ejecutaran una pieza con bailarinas en un montaje. Esa experiencia fue muy fuerte para mí. Despertó el deseo de seguir en la danza. Desde que puedo recordar me gusta el movimiento. Dentro de la danza he encontrado que uno tiene que moverse para dar una expresión artística, dentro de la cual la estética es algo importante. Además, al convivir con un equipo de bailarines me di cuenta que se reúnen alrededor de la vida. Las giras implican vivir en conjunto, compartir momentos difíciles. La relación es más profunda que la que se tiene en un equipo de futbol. Eso me gustó. Antes había bailado sólo en fiestas, pero nada más. Eso sí, me gustaba el deporte. Fui futbolista durante 10 años y después practiqué montañismo. También en el deporte hay movimiento, pero lo importante en éste es la competencia.
Coreografía
Tengo 20 años como coreógrafo. Hacer coreografía implica desarrollar mis propios universos e intereses, para trasmitirlo a los bailarines. En la actualidad, por momentos soy coreógrafo para hacer una pieza y en otros momentos estoy bailando para mi compañía. Me gusta moverme entre estos dos papeles. Hay una mezcla íntima entre la danza y desarrollar un lenguaje para la coreografía.
Danza contemporánea
Los derroteros de la vida me han llevado hacia la danza contemporánea. De ésta me gusta lo que tiene que ver con la creación. Hay una creatividad completa y abierta, a diferencia de la danza folclórica o clásica. En la danza contemporánea cualquier movimiento puede ser danza: uno aquí tiene que buscar su propio lenguaje. A través de la creatividad, uno tiene que decir algo, y eso me encanta.
Bailarín
Claridad, intensidad y sensibilidad son cualidades necesarias en un buen bailarín. Éste requiere, sobre todo, presencia, la manera de estar con su yo, en el centro del entorno y listo para entablar esta comunicación entre el interior y el exterior. Hay que tener la fuerza para exponerse y compartirlo con los integrantes del grupo y frente a un público. También hay que ser arriesgado, porque implica un riesgo ser artista, ser bailarín y vivir.