Autogestión para enfrentar la crisis pesquera

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La pesca excesiva o la realizada clandestinamente durante época de veda, la captura de especímenes jóvenes que aún no se han reproducido, degradaciones ecológicas o factores ambientales aleatorios, como el fenómeno de El Niño, huracanes o la variabilidad de la lluvia, han generado que en la Costa Sur de Jalisco, los pescadores denuncien el declive en la población de peces, lo que pone en peligro la sostenibilidad de la pesca artesanal, prácticamente el único tipo que existe en la región.

Antonio Corgos López, investigador del Departamento de Estudios para el Desarrollo Sustentable de Zonas Costeras, del CUCSur, trabaja en el tema desde que “hace cuatro o cinco años fueron los pescadores los que se acercaron a pedirnos ayuda, para que investigáramos qué era lo que pasaba”.

Los pescadores aseguran que la pesca actual representa apenas la mitad de lo que captaban hace una década. Si bien todavía no existen estudios sobre este descenso, el testimonio de las comunidades pesqueras puede funcionar para dar cuenta “de que existe, por lo menos, una diferencia importante”, asegura el investigador.

Ante esta situación, la evaluación de la regulación de pesquería artesanal actual, estipulada en la Ley General de Acuacultura y Pesca Sustentables, se ha convertido en una prioridad de análisis.

Para Corgos López, dicha normatividad presenta fallos esenciales, al encarnar un modelo en el que el gobierno central toma las decisiones y los pescadores se ven obligados a acatarlas. De ello, así como de las condiciones ambientales y las costumbres que reproducen los pescadores, se han derivado problemas que exigen urgente atención: “Llegamos a esta situación porque todo lo demás falló. Cuando se crea una normativa de pesca es para garantizar un esquema sostenible, y si no funciona hay que adoptar otras medidas”.

Aun si es cierto que ya hay algunas regulaciones para ciertas variedades de peces, la existencia de un amplio número de especies hace que regularlas a todas resulte imposible. En el caso de algunas, como los huachinangos y los pargos, no hay una regulación específica y cuando ésta no existe, los pescadores tienden a pescar especímenes más pequeños de lo que deberían. Aunado a ello, cuando la escasez se agrava, la tendencia de los individuos que viven de la pesca (para consumo propio o comercio) es sacar del mar todo tipo de peces, sin importar regulaciones.

Actualmente existe un descenso de la presencia de langosta, que no consigue recuperarse año con año. El ostión ha escaseado en los últimos años y en el caso de la almeja reina, ya no puede conseguirse en la Costa Sur de Jalisco. Fenómenos naturales, como el acontecido en 2011 (el huracán Jova), que atrajo importantes cantidades de agua dulce, devino en “un factor impactante para algunas especies, sobre todo las que viven en estero, que provocó una gran mortandad de almeja, callo y ostión”.

La propuesta en la que trabajan pescadores y académicos del CUCSur, y que en próximos meses pretenden presentarla ante autoridades para su implementación de manera conjunta, busca atender las carencias de un modelo en que la participación de los pescadores en el cuidado y el establecimiento de medidas de conservación de la fauna marina, es casi nulo. Por eso “llevamos meses trabajando en la generación de refugios pesqueros, modalidad de zona de protección donde se permite pescar en una parte, pero en otra no. La normativa es diferente y algo más restrictiva. Sin embargo, desde Barra de Navidad hasta Punta Pérula, todos los pescadores están de acuerdo con tal de garantizar que tendrán recursos más adelante. Se trata de un modelo de cogestión comunitaria”.

En éste, los pescadores (asociados en cooperativas), en función del estado de explotación de los caladeros pueden decidir cómo gestionar la pesquería de cada recurso. El conocimiento empleado para esta regulación proviene, por un lado, de la experiencia de los pescadores y, por otro, de la investigación científica. Un modelo que no sólo se ha implementado con resultados favorables en países como Australia, Brasil, Francia, Suecia o Japón, sino en México, en el caso de la pesquería de langosta en Punta Allen, Quintana Roo, el de la oreja de mar y la langosta en Baja California o el del pepino de mar y el callo escarlopa en el golfo de California, Sonora. “Lo que pretendemos es que la Costa Sur de Jalisco sea un referente donde los propios pescadores sean los actores principales de conservación”, concluye Corgos López.

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