Ética para el desarrollo y la crítica del conocimiento

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…no basta con entender la ciencia,

sino que hay que hacerse cargo de ella.

León Olivé (1950-10 de febrero de 2017)

La reflexión filosófica sobre la ciencia y la tecnología fue un tema central de las aportaciones de León Olivé. A diferencia de otros filósofos, Olivé también compartió y fundamentó sus reflexiones al lado de científicos de diferentes disciplinas, en lugares en que la ciencia y la técnica tienen un impacto mayúsculo y en grupos generadores de formas de conocimiento que no gozan de la aceptación de lo que Thomas Kuhn designara como “comunidades científicas”.  Estaba convencido de que los filósofos y la filosofía “tendrán que ser un poco más modestos y darse cuenta de que la envergadura de los problemas que enfrentan las sociedades contemporáneas son tales, que no va a poder dar una respuesta sola la filosofía”; lo anterior lo declaró en una entrevista concedida a la revista Protrépisis del CUCSH en 2011.

Así como la filosofía llega a ser infértil si realiza su actividad alejada de las variadas manifestaciones de la cultura (ciencia, técnica, arte, política o educación), el recién fallecido filósofo mexicano consideraba que también habría un vacío en el resto de las manifestaciones humanas si se mantienen distantes de los problemas filosóficos; de hecho llegaba a considerar que sería inverosímil que así fuera.

Durante un evento realizado por la Universidad de Salamanca en España, a propósito de los ciento cincuenta años de la aparición de El origen de las especies y doscientos años del nacimiento de Darwin, un grupo de biólogos hablaban de la posibilidad de hacer ciencia al margen de la filosofía. En este contexto Olivé intervino para señalar que esto era imposible, ya que cualquier ciencia debe afrontar al menos dos preguntas que son eminentemente filosóficas: ¿qué es lo que pretendo conocer? y ¿es posible el conocimiento que me propongo? En seguida abundó sobre este punto de vista afirmando que es posible que algunos científicos supongan que realizan su trabajo al margen de la filosofía, pero al admitir que su objeto de estudio tiene algún tipo de existencia y que hay algún método para lograr su conocimiento, se encuentran en el corazón de las disputas filosóficas milenarias acerca de del ser de los entes y la posibilidad que tenemos de conocerlos.

Con el desarrollo de la ciencia contemporánea y de la tecnología, estas manifestaciones de la cultura no sólo han de ocuparse de las problemáticas que ofrecen un fundamento ontológico y epistemológico a sus producciones, se tiene además la obligación de ser responsables ante los efectos de sus creaciones con el planeta y con la humanidad. Para ilustrar el tema de la responsabilidad del científico y el tecnólogo, a Olivé le gustaba recordar el caso del Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara, Mario Molina. El punto de partida en los trabajos de Molina y Rowland, que les hicieron acreedores del Premio Nobel de Química, consistió en revelar un problema que llamaron de “ética superior”, al haber puesto en evidencia el daño causado a la capa de ozono por aerosoles y sistemas de refrigeración. Partieron de la creencia razonable sobre el daño a la capa de ozono por oposición a las creencias razonables postuladas por otros científicos ingleses. Y en este contexto aparece un dilema ineludible: “Actuar políticamente para prevenir las consecuencias o esperar el curso normal que debe tomar una teoría en las comunidades científicas para ser aceptada”.  En otras palabras: ni el científico ni el tecnólogo pueden eludir un conjunto de cuestiones filosóficas que son inevitables para la justificación moral de sus acciones y  la fundamentación de sus saberes. 

León Rogelio Olivé Morett fue siempre generoso con su amistad y conocimientos con nuestra Alma Máter. Ya fuera impartiendo cursos, dictando conferencias o departiendo en charlas informales, tenía el don del buen filosofo de acrecentar nuestras interrogantes dejándonos un cúmulo de desafíos intelectuales por resolver. Su última visita a nuestra universidad fue en noviembre de 2013 en el CUCEA donde impartió la conferencia: “Ética y responsabilidad social de las universidades públicas”; en el marco de este foro, Olivé refirió que el gran reto de la educación es “formar ciudadanos con actitudes éticas en la vida privada y pública, con pensamiento crítico, siendo responsables con la sociedad y el bien común, así como con los conocimientos en su disciplina y capaces de trabajar en equipos multidisciplinares”.

Un buen amigo de la Universidad de Guadalajara ya no volverá a visitarnos y pienso que la mejor manera de honrar su memoria consiste en seguir leyendo su obra, meditar las reflexiones que en muchos momentos nos dedicó de manera especial y asumiendo nuestros compromisos con la sociedad en la búsqueda del bien común, reflexionando sobre el sentido de nuestras disciplinas e integrarnos de manera fehaciente con el resto de las profesiones que nos hermanan en la meta común de procurar el bien y la verdad, con responsabilidad y sentido crítico.

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