Volar es, ya en sí, un acto de valentía. A veces se sueña con elevarse más alto, hacia espacios inexplorados. Pero como Ícaro, se corre el riesgo de que el sol derrita las alas y se caiga al vacío. “Ícaro” no sólo da el nombre a una de las canciones mejor logradas de la segunda producción discográfica como solista de Alfonso André, Mar Rojo (2015), sino es personaje y referencia recurrente en esta introspectiva secuela de Cerro del aire (2010).
André deja la batería que lo consagró en Caifanes, Jaguares y La Barranca. Como Ícaro, construyó sus alas para volar, pero ahora como frontman, con micrófono en mano e interpretando sus propios temas. El artista nacido en Coyoacán, tiene la confianza de no caer al surcar océanos que para él eran inexplorados.
“Sí me ha costado trabajo, son poco metros entre la batería y el centro del escenario. Es difícil para un baterista que está acostumbrado a estar atrás, en su fortaleza, es difícil pasar al frente. Pero la verdad, es que llevo mucho tiempo haciendo las dos cosas. Me gusta mucho cantar. No lo había hecho porque estaba muy ocupado como baterista y por el pánico escénico que me daba estar ahí, en el escenario. Pero poco a poco hemos vencido los miedos y tomando el toro por los cuernos. Y la verdad que no me arrepiento. Me ha servido mucho como músico y como persona este aprendizaje”, señala en entrevista.
Para el concierto que ofrecerá en el Teatro Vivian Blumenthal, André estará acompañado de músicos como Federico Fong (bajo), Javier Calderón y Lari Ruiz Velazco (guitarra) y José María Arreola (batería), combo que logró un sonido sombrío al grabar este segundo disco.
Esta nueva etapa para André es diferente, aunque admite que las viejas influencias de los años ochenta siguen presentes, pero pretende que sus discos solistas tengan personalidad propia.
“Es una síntesis de todo lo que he vivido y me ha movido en estos años, en los que he sido antes que músico, fanático de la música, y tengo miles de influencias que me han tocado a través de los años. No es un solo estilo, son cosas diferentes”, agrega.
A la par de su carrera solista, Caifanes, prepara un nuevo disco. Esto es un desafío para una banda que muchos consideran la más importante en la historia del rock mexicano, y que, por lo tanto, tienen la vara muy alta.
La pregunta, es obligada: ¿Cómo va el nuevo disco de Caifanes? “Lento. La verdad que es difícil reactivar un grupo que dejó de grabar hace tantos años sin que pierda su personalidad, pero tampoco que suene viejo. En ese balance estamos tratando de encontrarle un sonido a Caifanes. Que siga sonando a Caifanes pero que no suene a lo que hacíamos en los ochenta y en los noventa”
André también reflexiona sobre la situación que vive el rock, género que para muchos ha perdido el espíritu salvaje que seducía a los jóvenes.
“La música en general, no solamente el rock, va en olas. De repente hay una ola de frivolidad, vacía, de plástico. Luego viene otro movimiento de música contestataria y propositiva, más creativa y artística, que surge después de un momento de decadencia. Creo que estamos en un momento un poco decadente, pero seguro vienen tiempos mejores. Siempre hay alguien haciendo cosas interesantes y que valen la pena. La cuestión es encontrarlas entre tanta información”, dice.
En esa lucha por mantener vivo el espíritu del rock, André hace lo propio. Con sus alas de cera, se atreve a seguir surcando los cielos.
Concierto
17 de mayo, 20:30 horas. Boletos: 150 pesos preventa. 200 pesos día del concierto, en taquillas del teatro y por medio de Ticketmaster