Visitar el cielo o el infierno? Hace algunos siglos decidir entre estas opciones no hubiese implicado duda alguna. En el siglo XXI el cuestionamiento es una atractiva provocación. Elegir entre una u otra experiencia nos detiene a pensar en la oscuridad, la luz, la magia y los temibles habitantes de ambos espacios. Esta pregunta la hace la compañía de teatro yucateca La Rendija a quienes se prestan a viajar por el verso barroco de Sor Juana Inés de la Cruz a través del montaje El Divino Narciso. La Loa y el Auto Sacramental publicados en 1690 en Madrid “a instancia de la Excelentísima Señora Condesa de Paredes, Marquesa de la Laguna, Virreina de esta Nueva España, singular Patrona y aficionada de la Madre Juana”, ha llevado a una de las compañías más sólidas de la escena mexicana al Festival de Teatro Clásico de Almagro, España, para presentarse esta semana dentro de las celebraciones del cuarenta aniversario del Festival.
El montaje sorprende cuando la obra de Sor Juana sigue alejada de los lectores mexicanos contemporáneos. El barroco demanda demasiado al lector contemporáneo y el verso culterano de Sor Juana, quizá más. Sin embargo para la experimentada creadora escénica Raquel Araujo ese temor fue vencido por el interés añejo que le había despertado la obra de la Monja jerónima. La dramaturgia más conocida de Sor Juana es sin duda Los empeños de una casa, una comedia que con relativa frecuencia se monta en el país, sin embargo sus autos sacramentales han permanecido fuera de los escenarios. Araujo encuentra en El Divino Narciso un drama temporalmente distante, un juego de reflejos que dan luz al hombre contemporáneo, al mexicano actual que lamenta su cotidiana convivencia con la muerte y la sangre.
La Naturaleza Humana, la Gracia, el Amor Propio, la Gentilidad, la Synagoga, Ninfas y Eco acompañan al Divino Narciso de Sor Juana. La celosa lectura y trabajo de La Rendija pone en contacto al mundo precolombino con el español a través de los cantos y danzas a Huitzilopochtli. Esta fiesta al Señor de las Semillas contenida en la Loa, llama a la Religión a declararle la guerra a los paganos. Su ataque consiste en la representación del Auto del Divino Narciso a fin de evangelizar a los americanos. La experiencia que se vive es honda. Para los espectadores El Divino Narciso resulta un exquisito viaje sensorial. Si bien durante la puesta en escena no es posible desentrañar los saberes teológicos ahí expuestos, el montaje y los versos colocan el espíritu de la audiencia en un lugar único.
La Rendija trató la erudición de Sor Juana con la altura estética que demandan sus versos. El trabajo es muy fino y honra la musicalidad del drama. El espacio y la iluminación proyectados por Óscar Urrutia Lazo, logran la comunión con el vestuario diseñado por la propia Araujo —quien también dirige— y Elena Martínez Bólio; y con la música original de Víctor Celis, Érik Baqueiro y Manuel Estrella. El Divino Narciso, loa, selva, cielo e infierno se presentan con un elenco formado por las actrices: Nora Pech, Liliana HeSant, Nicté Valdés, Gina Martínez, Sasil Sánchez y Patricia Pérez, cuyo tránsito por la oscuridad infernal y el cielo etéreo seduce la mirada de todos.
¿Cómo redimir a la Naturaleza Humana frente a su vulnerable deseo?, ¿Narciso es capaz de ignorar los ruegos infinitos de Eco enamorada?, ¿cómo recrear el contacto entre la mitología clásica y las religiosidades cristiana y precolombina?, ¿es posible honrar a Cristo a través de un Narciso celestial? La Rendija ha corrido todos los riesgos y ahora lleva a España no los manuscritos de la Madre Juana para que sean publicados, sino la vigencia de su teatro.