La fiebre smart de los gimnasios

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Motivado por la salud o bajar de peso, por moda, para socializar, convivir y hasta por curiosidad, un gran número de personas asiste cada día a los gimnasios, cifra que va progresivamente en aumento al igual que los establecimientos dedicados a prestar este servicio.

En México existen más de cuatro millones de miembros en clubes deportivos, quienes en promedio acuden cada tercer día y optan por pagar mensualmente. En la actualidad se contabilizan 12 mil instalaciones que generaron mil 800 millones de dólares en ingresos en 2015, según datos de la revista Forbes.

Dentro de este boom de gimnasios, llegaron aquellas cadenas que ya no sólo tienen aparatos tradicionales y clases de salón, sino que prestan servicios “élite”: entrenamiento y nutrición personalizados, pagos en línea, aparatos con tecnología digital, servicio de 24 horas todos los días del año, entre otros.

Estos gimnasios inteligentes han contribuido en la reducción del precio de los servicios, ya que mientras en el año 2008 un usuario pagaba en promedio entre 10 a 12 mil pesos anuales, hoy destina mil 500 pesos, por tal motivo se ha dado una aceptación por parte de la población con respecto a estos lugares, afirma Eugenio Rafael Rodríguez, entrenador con tres décadas de experiencia, quien ha laborado en distintos gimnasios de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Para el entrenador y docente de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Gustavo Nuño Miramontes, la creación de los gimnasios smart es resultado de un hueco que existía en la cultura física, pues están pensados para la clase media, ya que antes había una notable polaridad: los que eran muy caros o los baratos que no ofrecían un servicio de calidad.

“Ahora, en todas las zonas de la ciudad se han abierto estos espacios y se tiene más acceso a gimnasios de buena calidad, donde por un precio tienes derecho a ciertas cosas y con una cuota más alta los beneficios aumentan”.

Con todo, la llegada al mercado de estos nuevos gimnasios y la reducción de costos que ha provocado, afecta a los tradicionales que difícilmente así pueden ser competitivos; en esto coincide Laura Jáuregui Santiago, quien desde hace 16 años es propietaria de un gimnasio ubicado en la colonia Santa Elena Estadio en Guadalajara.

“Cuando iniciamos había cerca de dos gimnasios por colonias, a partir de 2010 comenzaron a ivadirlas las cadenas. De repente tienes a varios monstruos compitiendo contigo. Tú no puedes aumentar los precios porque no tienes el equipo tan sofisticado como el de ellos. Además, ellos ponen un precio accesible y no se puede competir”.

Laura dice que la inversión de estos gimnasios smart oscila en los 10 millones de pesos, mientras que para uno tradicional se destina entre 700 mil y un millón de pesos.

En estos grandes establecimientos, cerca de 30 máquinas de ejercicio cardiovascular, área de guardería, regaderas, vapor y hasta un servicio de 24/7 se puede obtener con una mensualidad de 400 pesos al mes; no obstante, la ventaja competitiva frente a esto es ofrecer un servicio más humano, más cálido.

“Tenemos que hacer que el trabajo tenga mejor calidad y hacerlo de una forma más cálida, que la gente sienta que eres parte de su familia y dar la mejor impresión. Muchas veces la gente se deja guiar por el equipo de entrenamiento, pero cuando acuden a estos lugares se dan cuenta de que falta calidez y suelen regresar. Sin embargo, como gimnasio chico, en ese momento pierdes un cliente y eso merma la economía”, comparte Laura.

Amaranta Lomelí Sánchez, quien es estudiante de la licenciatura en Cultura Física y Deportes en el Centro Universitario Ciencias de la Salud (CUCS), trabaja como entrenadora en un gimnasio que no pertenece a una cadena, que está ubicado en la calle Puerto Melaque de Guadalajara. Explica que aún existe un sector que prefiere acudir a estos sitios más familiares.

“A la gente le gusta sentir que le das atención, entonces eso es lo que hace especiales a los gimnasios más rústicos”.

Daniel Vázquez es entrenador desde hace dos años en un gimnasio inteligente; él refiere que sin duda quien acude allí busca un estatus, aunque también tiene que ver con el tipo de entrenamiento que la persona decida realizar.

“Los clientes buscan accesibilidad de horario y que se tenga la mayoría de los servicios en un solo lugar, principalmente los aparatos, regaderas, clases de crossfit y de disciplinas. Los aparatos que hay están enfocados a cierto grupo muscular, sin problemas se puede trabajar de manera más completa”.

Usuarios de gimnasios, en riesgo
Si bien hubo una proliferación de gimnasios en México, donde ha habido un incremento de 4 mil 174 establecimientos entre 2015 y 2017, según indica la empresa 9Round, aún existe poca profesionalización de los instructores.

Carlos Alonso Gómez López, perteneciente al Instituto de Ciencias Aplicadas a la Actividad Física y el Deporte, de la Universidad de Guadalajara (UdeG), señala que mucha gente acude a estos espacios y confía en profesionales que a veces no lo son y eso los pone en cierto riesgo, porque puede sobrecargarla de entrenamiento o lesionarla.

“En países como Estados Unidos no puedes dar clases si no estás certificado. Aquí se hacen cursos patitos donde en un fin de semana te vuelves instructor de algo, hacen instructores al vapor, cuando una licenciatura te lleva cuatro años. El ejercicio es la medicina más barata, pero si está bien prescrita”.

Explicó que no existe quien regule estas certificaciones exprés y recordó que en una charla  con trabajadores de una cadena de gimnasios, de los 20 participantes que asistieron tan sólo diez eran profesionales de la cultura física y deporte, lo que mostró el panorama de lo que se presenta en estos espacios.

“El entrenamiento debe ser personalizado y gradual, además de que la gente debe revisarse periódicamente para conocer su estado de salud. En cuanto a los profesionales, debería existir un colegio de profesionistas que regule que la gente que trabaja en los gimnasios tenga los conocimientos necesarios”.

Eugenio Rafael Rodríguez se ha dedicado al mundo del fitness dando clases de combat, cross training, pilates y spinning desde hace 30 años. Él considera que es grave que muchas personas pasen horas sentadas, porque el genoma humano está diseñado para estar en actividad continúa; cuando se deja de tenerla vienen los problemas de sobrepeso, obesidad y enfermedades que éstas conllevan.

“La gente se ha dado cuenta de eso y ahorita tenemos una nueva cultura de fitness, que está creciendo de manera continua con mayor número de gimnasios, y la gente tiene más conciencia de la importancia del ejercicio y la alimentación”.

Indicó que los gimnasios con servicio de 24 horas están saturados e incluso algunos tienen lista de espera, lo que habla de que la gente no sólo se inscribe, sino que además asiste.

“También hay una brecha generacional muy marcada en los gimnasios, tenemos en todas partes personas de entre 16 a 24 años y de más de 40. Las nuevas generaciones ya se dieron cuenta de que sí importa hacer ejercicio”.

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