La movilidad de los cuerpos y la expresividad de los rostros dan a las figuras articuladas el poder de transmitir emociones dependiendo de la intención del titiritero, que se transforma en un ser todopoderoso, un dios de la escena que maneja a los títeres, alegoría y metáfora de los seres humanos, a su antojo.
En este contexto, el títere es una herramienta que refleja y habla de las inquietudes y anhelos del ser humano. A través de éstos pueden abordarse temas muy abstractos como la muerte, el tiempo o la vejez, o servir para fines de entretenimiento, afirmó Miguel Ángel Gutiérrez Espinosa, director del Festín de los muñecos, Festival Internacional de Títeres de Guadalajara que en su edición 2017 tendrá lugar del 1 al 5 de noviembre en distintos foros de la ciudad.
Algunos de los atractivos que tiene para los espectadores el teatro de títeres es que es muy visual, tiene un discurso lingüístico, posibilidad de conectarse con el teatro de actores, la música y la danza, y así convertirse en poesía o escultura móvil.
En Jalisco hay cerca de diez compañías enfocadas al teatro de títeres, contabiliza Gutiérrez Espinosa. “Jalisco es uno de los estados con más grupos en el país, pero es bajo el número si se compara con los que hay en la ciudad de Montreal, Canadá, alrededor de cien debido a la alta demanda de estas representaciones, misma cantidad que hay en todo México”.
Es difícil sobrevivir en México para los que cultivan este tipo de teatro. Hace falta por parte del gobierno apoyo para el fomento, difusión y creación de obras, además de públicos. Hay un déficit en la divulgación de las artes, en general. La mayoría de los mexicanos tiene acceso a la televisión comercial, pero no a una obra de teatro.
Una de las carencias es económica. El presupuesto enfocado a la cultura es uno de los más castigados. En 2016 se destinaron a este ramo más de diecisiete mil millones de pesos y en 2017 el presupuesto fue de poco más de dieciséis mil millones.
Este panorama afecta los esfuerzos de las compañías de teatro por hacer difusión de su arte. “Mi compañía, Luna Morena, que tiene dieciséis años de antigüedad, hizo esfuerzos por llevar el teatro de títeres a las comunidades más lejanas de Jalisco, a los pueblos indígenas y colonias, pero tuvimos que dejar de hacerlo por falta de apoyo e interés de la mayoría de los institutos de cultura. Es mínimo el que brindan, y para nosotros representaban muchas dificultades los desplazamientos”, externó Gutiérrez Espinosa.
El festín
La versatilidad de los títeres tiene un abanico de posibilidades que serán exploradas en el Festival a través de diferentes obras, como María Magdalena o la salvación, de la compañía argentina Ana Alvarado, con un discurso sobre la mujer en el momento histórico actual; Lupa, mundos para mirar de cerca, bajo la dirección de Javier Lester Abalsamo y a cargo de la Compañía de Muñecos, tiene fines de entretenimiento.
Por su parte, Memorias del reloj de arena, dirigida por Miguel Ángel Gutiérrez y a cargo de las compañías La Tortue Noire y Luna Morena, es una disertación filosófica acerca del tiempo, que tendrá su premier en México.
El fin del Festival de los muñecos es crear públicos para el teatro de títeres, y que lo vean como una opción que puede captar el interés de niños y adultos.