Desarrollo sostenible y la crisis alimentaria

Alcanzar el desarrollo sostenible, implica no solamente hacer los cambios en los patrones de consumo, sino reducir las desigualdades

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Ruth Padilla Muñoz*

El desarrollo sostenible enfocado hacia una sociedad igualitaria con acceso a una alimentación saludable con pleno respeto a la protección y cuidado del medio ambiente, está cada vez más lejos de ser una realidad y se ha convertido en una utopía, ante un mundo convulso por la desigualdad social carente de sensibilidad para atender uno de los problemas más apremiantes del ser humano, como lo es la alimentación y por la desmedida intransigencia hacia la degradación ambiental que vivimos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala dos situaciones que son agravantes para la sociedad, por una parte, en 2018 más de 820 millones de personas no tenían suficiente comida, esto se traduce en una prevalencia de desnutrición del 10.8% de la población mundial y, el número de personas con sobrepeso y obesidad sigue en aumento, producto de la mala alimentación. Esta situación ha generado mayor preocupación, dado que conlleva un impacto en la salud. De acuerdo con el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2019), en los próximos 30 años, las enfermedades relacionadas con la obesidad cobrarán más de 90 millones de vidas en los países de la OCDE, además de una reducción del Producto Interno Bruto (PIB) del 3.3% y una reducción de casi tres años de la esperanza de vida.

A estos datos podemos sumar lo que señala Agathe Cortes (2020), respecto a que los sistemas de producción en la actualidad solamente garantizan la alimentación para 6,700 millones de personas, esto es mil millones menos de la población global y se agrava con el uso de producción sostenible ya que solamente el 45.3% de la población mundial recibiría una alimentación adecuada. En el artículo de Cortes hace mención sobre el estudio presentado en Nature Sustanaibility, donde consideran que esta situación se puede revertir si se equilibran algunas tareas, como cambiar nuestra dieta, comer de fuentes locales, evitar consumir carne y reducir el desperdicio de alimentos, si se aplican estas medidas supondrían un incremento de la producción de un 36.7%. Si todos los campos de producción mejoraran los sistemas de irrigación y la gestión de las cosechas, controlaran la evaporación del suelo y alcanzaran una mayor eficiencia del consumo de nitrógeno, entonces se notaría un aumento de 64.7%.

En este mismo sentido, la FAO coincide con algunas recomendaciones de las antes citadas, considera que una mayor concientización de los consumidores sobre dietas ambientalmente sostenibles y más saludables, así como la reducción en el desperdicio de alimentos, un sistema de precios de alimentos más eficientes para reflejar adecuadamente los factores externos negativos de su producción, y la limitación en el uso de cereales para la producción de biocombustibles limitarían la demanda agrícola y reducirían la malnutrición. Por tanto, el cambio de los patrones de consumo forma parte de esta concientización a la que hace el llamado la FAO.

Para México este es un gran desafío que enfrenta, dado que el 72.5% de la población total, tiene problemas de sobrepeso u obesidad, uno de cada tres mexicanos es obeso, viven en promedio 4.2 años menos y requiere del 8.9% del gasto en salud. Por otra parte, la situación de pobreza alcanzó en 2018, al 41.9% de la población, esto equivale a 52.4 millones de personas y 25.5 millones vivían con carencia alimentaria (20.4%), de acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

Por tanto, alcanzar el desarrollo sostenible, implica no solamente hacer los cambios en los patrones de consumo, sino reducir las desigualdades para que las familias incrementen sus ingresos y su educación y con ello tengan opciones para mejorar sus hábitos de alimentación, que garantice una dieta saludable para su bienestar.

*Rectora del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías

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