Paro del 9M: oposición a la indolencia

El 9M es una muestra de la indignación de las mujeres por la violencia y discriminación que sufren en la sociedad mexicana, pero también es un llamado para que, a partir del 10 de marzo, empiece un cambio real y se implementen acciones concretas para una equidad sustantiva

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Foto: Adriana González

México llega dolido al 9 de marzo. Asesinatos como el de Ingrid o el de Fátima, con un sello de brutalidad y odio contra la mujeres, ejemplifican lo que han sufrido 170 mujeres en este país en lo que va de 2020 y casi 30 mil en la última década.

“Llegamos hartas, disgustadas, con miedo. Con una sociedad horrorizada. Con un México polarizado por el propio presidente que ha generado un clima de enfrentamiento al equivocarse de enemigo.”, afirma la investigadora del Sistema de universidad Virtual, doctora Érika Loyo Beristaín.

“Existe una violencia brutal contra la mujer, pero también hay brechas de desigualdad. Las que más se visibilizarán el próximo 9 de marzo son las brechas de cuidado, trabajo no remunerado, acceso a empleos formales, entre otras”.

De todas las formas de violencia contra la mujer, la de mayor brutalidad es el feminicidio. Aunque el Gobierno Federal sólo reconoce 73 de estos crímenes en lo que va del 2020, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el Mapa Nacional de los Feminicidios en México, que realizan activistas encabezados por María Salguero, en estos dos meses ya van 170.

Y aún así las cifras oficiales son de por sí alarmantes. En los últimos cinco años han sido registrados  3 mil 694 feminicidios. En Jalisco han sido asesinadas 35 mujeres de forma violenta, pero la Fiscalía General del Estado ha consignado únicamente cinco casos como feminicidio.

De acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en México hay 9 mil 327 personas desaparecidas. En Jalisco, son 386 mujeres, la gran mayoría de las cuales jóvenes de entre 17 y 25 años: 135.

En las cifras de 2019 del SESNSP, seis municipios de Jalisco están dentro de los 100 más peligrosos para ser mujer. E incluso cuatro se encuentran entre los primeros 50 más letales en cifras de feminicidio. Guadalajara registró 10 de estos crímenes en 2019, oficialmente. Esto significa 1.30 casos por cada 100 mil mujeres habitantes, lo cual supera la tasa nacional que es de 1.25 feminicidios por cada 100 mil mujeres habitantes.

Asimismo, Puerto Vallarta se encuentra en el lugar 34 con cinco casos, y una tasa muy por encima de la nacional, con 3.42 por cada cien mil mujeres. Zapopan, en el lugar 49, tiene cuatro casos y una tasa de 0.56 casos por cada 100 mil mujeres. Tlaquepaque y Tonalá, en el lugar 71 y 72, con tres casos, y una tasa del 0.85 y 1.05 por cada cien mil mujeres.

Para Rosa Alicia Rojas Paredes, coordinadora de la  Cátedra UNESCO Género y Liderazgo, este paro llega en un momento en el que existe gran indignación de las mujeres por los feminicidios y homicidios dolosos en su contra, que han llegado a índices muy altos.

“Incluso ni nos ponemos de acuerdo en la cifra, pero que es una cifra alta, no cabe duda. Hay descontento entre las mujeres que se sienten inseguras y quieren que estas barbaridades cesen. Los casos más recientes de Ingrid y Fátima nos dan prueba de que estos crímenes afectan a mujeres de todas las edades y están impresos de una tremenda brutalidad”, considera Rojas Paredes.

En los tres órdenes de gobierno, Rojas Paredes percibe falta de formación en los funcionarios en temas de equidad de género y esa perspectiva desde la mirada masculina se denota en las declaraciones de muchos liderazgos políticos.

Universitarias en pie de lucha

Las mujeres universitarias se unirán al paro del próximo 9 de marzo, convencidas de que esta estrategia visibilizará el dolor, la violencia que sufren y la inequidad en prácticamente todos los ámbitos.

Rojas Paredes comenta que la idea es parar para hacer visibles las demandas y que haya justicia para las víctimas, sanción para los agresores y que el Estado mexicano se haga responsable de garantizar la seguridad en la vía pública, en todo lugar.

“Y con este paro, las universitarias y quienes estamos en las Instituciones de Educación Superior exigimos un alto al acoso y al hostigamiento sexual contra las mujeres universitarias. Necesitamos protocolos e instancias para sancionar, prevenir, educar. Decirle a las autoridades que queremos el mismo trato y los mismos espacios en los órganos de gobierno, en el Consejo General Universitario, Consejos de Centro e igualdad de oportunidades en los puestos de la administración universitaria. Igualdad de oportunidades en la ciencia e investigación. Esa son nuestras demandas. Un programa integral como política institucional que nos haga avanzar a derechos reales, no declarativos y en el papel, para tener una vida democrática universitaria con perspectiva de género”, afirma Rojas Paredes.

El día siguiente

El 10 de marzo, una vez que pase el paro de mujeres, las especialistas consultadas esperan que se den los primeros pasos rumbo a la construcción de una cultura de paz. Admiten que es complicado revertir siglos de violencia de la noche a la mañana, pero lejos de esperar una reacción de represalia del sistema patriarcal, piden sensibilidad y acciones concretas.

Qué vamos a hacer el día 10. Discursivamente está bien. Pero tendríamos que exigir la presentación de planes, de ejes de acción. A los profesores en las aulas: qué vamos a hacer en este semestre y qué vamos a cambiar. Lo ideal será ver acciones que permitan ver que todas las instituciones sociales, políticas y productivas se están desestructurando”, explica Loyo Beristáin.

¿Es el movimiento feminista la auténtica oposición al gobierno? No en términos de oposición partidista, sino de un movimiento auténtico, revolucionario, que planta cara al poder…

“Sí lo es. El movimiento como movimiento histórico social, revolucionario, planetario, tiene esencia que no necesariamente significa ser oposición de alguien. Pero en este justo y preciso momento, ante el desdén, la indolencia, la no escucha, evidentemente toma esta posición. Es un movimiento opositor a esta indolencia. No necesariamente a sus políticas o estrategias. Durante el primer año se intentó decirle al presidente: así no es. Lo que no ha visto el Gobierno Federal es que los movimientos feministas nunca rompen puentes de dialogo”.

Loyo Beristán concluye que el presidente López Obrador tiene la oportunidad de replantear y recuperar el dialogo con las feministas: “A partir del 10 esperamos un discurso distinto y acciones diferentes. Se vale no saber de todo, pero tiene gente a la que tiene que escuchar. Esto no se trata de él. Se trata de todas. De muchas mujeres plurales, diversas”.

 

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