Diversos factores de riesgo por COVID-19 en población wixárika

La barrera del lenguaje obstaculiza comunicación de medidas de prevención del coronavirus, lo que se une a patologías, abandono y tradiciones para exponer a las comunidades a posibles contagios

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Foto: Fernanda Velázquez

Diabetes, desnutrición infantil y la migración a estados vecinos para trabajar en campos agrícolas, son factores de riesgo entre la población wixárika del Norte de Jalisco. A esta problemática se suma que la comunicación de las medidas de prevención se obstaculiza por la barrera del lenguaje. Además, por sus tradiciones culturales, siguen realizando concentraciones de gente que podrían propiciar los contagios.

Así lo expresaron especialistas durante el webinar “Impactos del COVID-19 en la comunidad wixárika”, que a través de las redes sociales de la Universidad de Guadalajara, Radio UdeG y Canal 44, fue organizado por esta Casa de Estudio y Jalisco a Futuro.

La comunidad wixárika en Jalisco alcanza a más de 50 mil personas, distribuidas en 100 comunidades y también con presencia en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), y son un sector vulnerable.

Pascual Félix Hernández, licenciado en Enfermería y estudiante de la maestría en Salud Pública, en el Centro Universitario del Norte (CUNorte), dijo que hay factores de morbilidad que predisponen a la población wixárika a padecer COVID-19, pues esta comunidad acusa enfermedades como diabetes, desnutrición infantil y males respiratorios en mayores de 60 años, debido a la exposición continua al carbón y la leña al momento de cocinar los alimentos.

Hasta el momento, no se han reportado todavía casos confirmados por morbilidad o mortalidad del Sars-COV-2, añadió.

Además, en esas regiones el COVID-19 es un mito para muchos y no todos practican las recomendaciones sanitarias; también, como parte de sus tradiciones, continúan las actividades importantes con aglomeración mínima de 20 personas, dijo.

Otro factor es la migración, pues los wixárikas salen a estados vecinos como Durango, Michoacán, Zacatecas y Nayarit a laborar en campos agrícolas y, posteriormente, retornan a sus comunidades, compartió Hernández.

“El riesgo del fenómeno migratorio es que ese flujo puede desencadenar un ciclo de brote epidemiológico en las comunidades wixárikas si no se toman las medidas preventivas como portar cubrebocas, lavado de manos o sana distancia”, indició.

Para saber más: se pueden ver todos los webinars que se han presentado desde hace dos meses y medio en el micrositio http://www.webinars.udg.mx/

El investigador de la UdeG, Gabriel Pacheco Salvador, hizo un recorrido histórico de la región wixárika, la cual tuvo una conquista tardía, lo que le ha valido mantener con  fuerza la cultura que les identifica hasta hoy.

Sin embargo, en la pandemia del COVID-19 no se ha tomado en cuenta que esta cultura privilegia la comunicación oral y no los carteles o volantes. Lo adecuado es que la información se le dé a los líderes de la comunidad para que, de acuerdo con las tradiciones, éstos sean quienes la comuniquen.

“Por la cantidad de información que se está llevando a la comunidad wixárika, por medios escritos, audios, Internet o radio, de varias formas, se ha querido informar a la comunidad wixárika tratando de sensibilizar y que la gente esté alerta”, dijo.

“La escritura que se emplea no es uniforme, ya que la escritura apareció (en esta cultura) hace 25 años y apenas se está implementando, y para que llegue realmente esta escritura a las comunidades de manera estándar, no se ha podido conseguir. El pueblo wixárika se ha sabido guiar más a través de la oralidad, esa es la forma en que mejor se han dado entender”, indicó Pacheco Salvador.

El Secretario de Jóvenes Indígenas Urbanos en el AMG, Antonio García Mijarez, explicó que en el área conurbada hay al menos dos mil hablantes wixárikas, que se dedican a labores domésticas, la informalidad, la artesanía, los tianguis, o como músicos, y viven principalmente en vecindades o cuartitos del Centro de Guadalajara.

“En este escenario llega el COVID-19 y nos piden que no haya movilidad, congregaciones y quedarnos en casa, y los primeros en reaccionar son comerciantes y artesanos, y nos pronunciamos por políticas que no excluyan y visibilicen a la población indígena urbana, que haya proporcionalidad por municipios en los apoyos económicos. Los más afectados son los que trabajaban en espacios públicos, tianguis y han echado mano de las redes sociales para comerciar sus productos”, apuntó García Mijarez.

“Igual que todos los mexicanos pobres, si no trabajo día a día, no como, y así se han arriesgado para obtener ingresos en una ciudad que es un espacio racista”.

Delfino Díaz Carrillo, antropólogo y defensor comunitario, resaltó que existe una insuficiente infraestructura médica en la región wixárika, y llamó al Estado a realizar estrategias de fondo para evitar la propagación en las comunidades indígenas y crear un banco de información de fácil acceso. Además, el personal médico trabaja con carencias y sin equipo adecuado, y no se cuenta con planes de acción internos.

“No se cuentan con ambulancias adaptadas al espacio geográfico; no se necesita una ambulancia con tecnología de punta, sino cuatro por cuatro, suficientemente equipada para trasladar a pacientes desde los puntos más alejados a los centros de salud. La mayoría de las comunidades no tienen acceso a carretera”, alertó.

Los servicios de salud en las comunidades son escasos y muchas veces no están equipados para las necesidades de la región. Foto: Abraham Aréchida

Niñas y niños wixaritari no cuentan con tecnología para clases en línea

Las comunidades wixárika de Jalisco no cuentan ni siquiera con energía eléctrica constante, mucho menos con Internet, computadoras o teléfonos inteligentes para que las niñas y niños continúen con sus clases en plena pandemia del coronavirus.

“En el COVID-19 la regla fue que todos los planteles cerraran, pero fue intransigente que estos mecanismos para brindar continuidad se basen en plataformas digitales y en  televisión, porque la infraestructura tecnológica en la zona es precaria y a los profesores se les dejó a su suerte para completar necesidades educativas. El teléfono inteligente o computadora no son herramientas comunes en la región, ni siquiera la luz eléctrica es continua, mucho menos el Internet”, explicó Alondra Barba, colaboradora de la Red CEIWYNA y el programa intercultural ITESO.

Señaló que la falta de clases presenciales derivó que un número alto de jóvenes saliera a las comunidades agrícolas a trabajar, porque los gastos no cesan en los hogares.

“Los padres no están tan preocupados por la falta de clases porque los jóvenes asisten a las festividades tradicionales o a sembrar. Y eso pone el dedo en la llaga: el calendario escolar no es compatible con el calendario de la vida cultura wixárika”, informó.

La Red CEIWYNA está integrada por secundarias y bachilleratos interculturales de esta región wixárika y defiende el derecho de las comunidades a una educación propia, con base en su lengua y tradiciones, pero la respuesta del Estado para validar este sistema ha sido nula y se ha impuesto el modelo convencional en estos planteles.

Para saber

Por el período vacacional en la Universidad de Guadalajara, del 16 de julio al 3 de agostos de 2020, los webinars continuarán en la primera semana de agosto.

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