Violencia de género: tarea pendiente en México

"Las mujeres mexicanas nos enfrentamos solas a una situación insostenible, donde la apatía, la falta de sensibilidad, la carencia de celeridad para la impartición de justicia parecen propiciar un entorno de seguridad para los agresores y no para las víctimas"

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Las mujeres en México forman parte de una población vulnerable, donde la desigualdad de oportunidades para su crecimiento personal y profesional, en relación con los hombres, es una realidad cruel y persistente.

En el sector público el 25.7% de las mujeres tienen un cargo como secretarios de Estado, oficial mayor, subsecretarías, directoras generales o subdirectoras, entre otros cargos afines, mientras que los datos de la OCDE muestran que solamente un 8.1% participan en los consejos de administración en la industria.

A pesar de tener una preparación cada vez mejor, dado que el 52.6% del total de estudiantes de posgrado son mujeres, esto no se refleja en el mercado laboral.

Aunada a esta situación, las mujeres enfrentan un problema todavía mayor, al ser víctimas de la violencia de género, situación que atenta contra su dignidad, su salud física, emocional y la propia vida.

En este sentido, las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, muestran una radiografía de los distintos delitos en los que han sido víctimas las mujeres.

Destaca que, del total de llamadas al número de emergencia 911 en el periodo de enero a agosto de 2020 a nivel nacional, el 4.33% estaban relacionadas con violencia intrafamiliar; el 1.63% de las llamadas lo fueron de violencia contra la mujer; mientras que el 1.47% de los reportes se refirió a violencia de pareja; el 0.05% acerca de acoso u hostigamiento sexual; el 0.03% sobre abuso sexual y 0.02% eran casos de violación y esto es apenas la punta del iceberg.

Es alarmante constatar el daño que les causan a las mujeres y a las personas de su entorno estos actos violentos y las secuelas que dejan en ellas y que están muy lejos de contar con una estimación real.

Cabe destacar que, en general, el delito más frecuente cometido contra las mujeres en este periodo está relacionado con las lesiones dolosas (59%), seguido por otros delitos que atentan contra la libertad personal (9.34%), aunque la privación de la vida mediante los homicidios dolosos y culposos, así como el feminicidio, alcanzaron el 7.05% del total de los delitos donde las mujeres han sido las víctimas.

Por otra parte, es preocupante observar como el género puede condicionar la seguridad de una persona en un entorno familiar, laboral o público.  De 2015 a agosto de 2020, se han cometido 4 mil 208 feminicidios reconocidos como tales, y año con año la tendencia muestra un incremento en las cifras.

Es importante reconocer en todos los ámbitos de la sociedad que el problema persiste y debe ser atendido con carácter de emergencia.

Desde los hogares se tiene que transformar la visión patriarcal de la masculinidad donde prevalece el machismo, reforzado por la idiosincrasia de las familias al asignar tareas discriminatorias o etiquetadas para las mujeres, que también podrían llevar a cabo los hombres.

Las nuevas masculinidades pretenden romper estos estereotipos para que la igualdad entre hombres y mujeres prevalezca. Por otra parte, justificar el comportamiento de los hombres al acosar o violentar a las mujeres significa desconocer los derechos de éstas a una vida de paz y libertad en sus decisiones u obligarlas a tolerar un lenguaje discriminatorio, como otra forma de etiquetar y ocasionar daños irreversibles en las mujeres.

El Índice de Normas Sociales de Género que mide la percepción sobre los prejuicios, sesgos y creencias en contra de las mujeres, identificó en el periodo 2010-2014 que el 87.70% de la población mexicana tenía dichos prejuicios, lo alarmante es que esta percepción es más alta en las propias mujeres (88.21%) que en los hombres (87.19%).

Transformar la cultura en México implica trabajar intensamente en el tema de manera inmediata, las mujeres mexicanas nos enfrentamos solas a una situación insostenible, donde la apatía, la falta de sensibilidad, la carencia de celeridad para la impartición de justicia parecen propiciar un entorno de seguridad para los agresores y no para las víctimas.

Ni una más, es un grito desesperado de las madres, las familias, los amigos y todas aquellas que han vivido de cerca una situación de violencia. El camino está abierto para construir una mejor sociedad, con equidad, respeto e inclusión. Las mujeres lo merecemos, hemos trabajado mucho para posicionarnos en el ámbito educativo y laboral, ahora corresponde a la sociedad darnos la oportunidad al garantizar espacios para nuestra seguridad y sano desarrollo, lo que queremos como ciudadanas es sumar hacia una convivencia de paz con armonía.

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