Ante el inminente regreso a las aulas universitarias, que se dará tarde o temprano, las instituciones de educación superior deben entender que no volverán a ser las mismas; pero, sobre todo, deben de saber coordinarse para sacar adelante los desafíos en pro de mejorar la calidad de las actividades académicas.
Esta fue la conclusión del foro «Respuestas académicas y retos universitarios ante la pandemia en Jalisco: Hacia una mejor reconstrucción educativa», en el que participaron representantes de las instituciones que integran el Consorcio de Universidades de Jalisco.
En la bienvenida, el Vicerrector Ejecutivo de la UdeG, Héctor Raúl Solís Gadea, enfatizó la colaboración entre instituciones, y recordó que la pandemia llegó en un momento en el que ya se experimentaban tendencias estructurales de cambio.
«En The Economist se publicó un artículo con las tendencias que permanecerán siempre, y se incluye la educación a larga distancia, la telemedicina, el teletrabajo, la reorientación para recuperar la calidad de vida en el planeta; y en el centro de estas transformaciones estructurales está la educación. Las universidades estamos obligadas a adaptaros con resilencia, e ir mucho más allá, aprovechar los recursos tecnológicos de la sociedad contemporánea para relanzar a la educación», declaró Solís Gadea.
El Coordinador General Académico y de Innovación de la UdeG, Carlos Iván Moreno Arellano, indicó que uno de los principales aprendizajes de la pandemia es el de la equidad, pues si bien la educación en línea permitió la continuidad de las actividades académicas, también se confirmó que este esquema no funciona igual para todos.
«Nos dimos cuenta, y recordamos que las escuelas, centros universitarios, bibliotecas, jardines y aulas son igualadores sociales, y al privatizar la educación, si me permiten la expresión, mandar a los estudiantes a sus casas, recordamos las distintas condiciones de capital cultural, acceso a tecnología, espacios adecuados y la capacidad de autogestión que requiere una gestión en línea exitosa. En el caso de la UdeG ese fue un reto fundamental», expuso Moreno Arellano.
Añadió que en una encuesta realizada por esta Casa de Estudio, 36 por ciento de sus estudiantes reportan no tener condiciones mínimas para concentrarse en sus casas; 35 por ciento usa un celular que se comparte en familia, y uno de cada tres estudiantes tiene problemas de conectividad. Por eso, la UdeG se enfocó en la respuesta social con un programa de préstamo de tabletas, equipo de cómputo y la donación de despensas.
«Como nunca antes, la pandemia nos ha exigido mostrar, todos los días, el valor social de lo que hace la UdeG en el país».
«Implementamos la Sala de Situación en Salud en coordinación con el gobierno estatal, diez laboratorios de biología molecular, seis módulos donde se han hecho 135 mil 214 pruebas de COVID-19 —ya sean PCR o de antígeno—, un centro de aislamiento voluntario, módulos de vacunación y un proyecto con el Massachusetts Institute of Technology (MIT) para analizar la tos de pacientes con el virus. Ningún gobierno puede solo, ninguna universidad puede sola; estamos obligados a colaborar en favor del desarrollo de los estudiantes y de nuestro país», subrayó.
Moreno Arellano concluyó que ya es tiempo de ir generando las condiciones para un regreso paulatino y ordenado a las aulas universitarias, sobre todo porque ya son 500 días en que carreras como ingenierías, medicas o artísticas, no han tenido trabajo práctico.
Sin embargo, las ventajas de la virtualidad también deben de seguir siendo aprovechadas, con mejor tecnología como la realidad aumentada; también se debe trabajar en el renglón psicológico y emocional de los estudiantes, luego de doce meses complicados.
«Tenemos que acostumbrarnos y generar esas mínimas condiciones para, con seguridad y de forma paulatina y escalonada, poder regresar en algún momento del año a esas prácticas presenciales», apuntó.