I
«SUS FUNERALES […] El cadáver del señor Juárez fue trasladado de su casa particular a una de las piezas de la Presidencia, donde fue embalsamado. Se designó el día 22 para el entierro […] He aquí un extracto de aquella memorable ceremonia: ‘Desde las ocho de la mañana se hallaban ocupadas las calles que debía recorrer la comitiva fúnebre […] En el Palacio Nacional había multitud de grupos formados por las corporaciones, los empleados y cuantas personas deseaban concurrir a tributar los últimos honores al difunto Presidente de la República. […] A las nueve en punto fue bajado el cadáver del Sr. Juárez del catafalco en que estuvo expuesto en público en el Salón de Embajadores, y colocado en una caja de zinc […] Acto continuo se cerró la caja de zinc; soldada ya, en un sencillo ataúd de caoba, que no tenía otro adorno que dos ramos realzados de oliva y de laurel, en cuyo centro se destacaban esculpidas estas dos palabras: B. J.»‘
II
La información de las líneas anteriores procede de un retrato singular: un óvalo de 40 centímetros de alto por 33 de ancho, en el que «los trazos están formados» de manera caligráfica (escritos a mano), los que narran la biografía y la crónica de los funerales de Benito Juárez el 22 de julio de 1872. Los caracteres miden dos milímetros de altura. En las cejas —no entre ceja y ceja─ las palabras «libertad» y «muerte». Una cenefa con los símbolos de las ciencias y las artes acompaña los nombres de generales republicanos. Su autor: E. F. de Lizardi, realizado en 1877.
A la «distancia» (dos o tres metros) el retrato no provoca asombro, pero una aproximación (zoom) al texto y al contexto de la imagen, muestra no solamente la personalidad de Juárez, sino la paciencia, ingenio y entusiasmo del «caligrafista».
III
La técnica del retrato al óleo ha dejado constancia de la belleza o fealdad de los sujetos en pose, de sus vanidades, vaivenes de la moda o hasta de la ya no reiterada «lucha de clases» en que participaron.
Al retrato han acudido las distintas escuelas pictóricas, entre éstas la inglesa, norteamericana, francesa, española, mexicana…
Los españoles imitaron en un principio a los italianos, después a los franceses, por el supuesto de que lo procedente de París era lo más relevante.
Con esta influencia, varios pintores de España emigraron a México, en donde fueron acogidos por la Academia de San Carlos.
La española fue una escuela pictórica que influyó a la mexicana desde tiempos de la Nueva España. México, ya como país independiente, agregó a tales aportaciones realismo y su «color».
IV
Juárez fue uno de los personajes retratados por exponentes de la escuela pictórica en auge en ese momento. Pelegrín Clavé elaboró uno de los famosos retratos de Benito Juárez que por generaciones hemos visto en la dirección de escuelas, en la sala de cabildos de los ayuntamientos y en oficinas gubernamentales.
Pelegrín Clavé es un artista europeo que emigró a México procedente de Barcelona, España, en donde nació en 1811, seis años después de Juárez.
En 1846 llegó a la capital del país como director de pintura de la Academia de San Carlos, hecho que lo ubicó en un sitio de privilegio.
A la vez que influye en los pintores mexicanos de su época (José María Velasco y otros que produjeron obras de inspiración religiosa), indaga las costumbres y características de México, tenido como un país «pintoresco».
Pelegrín Clavé es un pintor romántico, miembro de la llamada escuela nazarena catalana, corriente estética artificiosa.
A Juárez lo pintó al óleo sobre tela (1861-1862, 74×60 centímetros), de medio cuerpo, a tres cuartos de perfil hacia la derecha, con la mirada al frente. Luce traje y moño negro, camisa blanca y sobre el chaleco una leontina dorada. Tal pintura pertenece al acervo del Museo de Historia Mexicana. Castillo de Chapultepec.
V
De las pocas fotografías (unas 12), más los cuadros al óleo hechos en el XIX al Benemérito de las Américas, se han nutrido muralistas, ilustradores, caricaturistas para representarlo, en especial en el siglo XX.
Sin agotar el listado, y solo pintores del XIX, podemos citar a Santiago Rebull (1861-62), Tiburcio Sánchez de la Barquera (¿1862?, ¿1889?), José Escudero y Espronceda (1890, Benito Juárez posa para una fotografía. También pintó a Margarita Maza de Juárez).
Juárez sigue con un rostro retratable y un índice que señala rumbo.