El Museo de las Artes (Musa) exhibirá hasta el 27 de enero Todos mis muertos, de Alessandra Parachini. La exposición consta de alrededor de 254 piezas. Hay retratos, dibujos inspirados en lo orgánico, como troncos y raíces, además de ensamblajes. La autora tiene cerca de 30 años dedicándose de manera profesional al dibujo. Veterinaria de profesión por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estudió como oyente en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), donde aprendió dibujo con el maestro Jesús Mata. En esta institución hizo la maestría y doctorado en Letras. En Londres trabajó con el pintor Armando Morales.
Realismo
El realismo en mis dibujos de personas es algo nuevo. No es algo que haga todo el tiempo. Me gusta lo realista. Cuando empecé me llamaba la atención todo lo abstracto, el arte moderno, pero conforme he ido trabajando me he acercado al realismo, porque siento que es un lenguaje con el que me comunico mejor. Sin embargo, me gusta dar un toque conceptual.
Interpretación
Me gusta que la gente le dé interpretaciones a mis dibujos. Cada quien tiene derecho de leer las cosas como quiera. El que las personas puedan interpretarse dentro de lo que están viendo, es para el artista una responsabilidad y un honor, porque significa que de alguna manera está comunicando. Afortunadamente no leen lo mismo que yo. Sería terrible que esto sucediera. Los objetos toman vida, empiezan a hablar. Porque si uno ve una hoja tirada en la calle, está en silencio, no habla. En cambio, si la saco de contexto, la dibujo y la pongo en un museo, empieza a hablar y la gente ve cosas e interpreta, entonces tiene la posibilidad de escuchar lo que la naturaleza le está diciendo.
Sometimiento
La vida nos amansa. Cuando estamos muy jóvenes, pensamos que nos podemos comer el mundo. Conforme vamos envejeciendo, la vida nos enseña que nuestras posibilidades son limitadas. Entonces acabamos siendo seres sometidos a la vida. Me considero un ser sometido a la vida. Sin embargo, aspiro a la perfección. No me doy por vencida. Es una duplicidad: por un lado estar sometido y por otro, estar siempre queriendo hacer otras cosas.
Dios
Cuando estoy ante un lienzo en blanco, es como ser un dios, porque tengo abiertas todas las posibilidades, puedo crear lo que quiera. Una vez que empiezo, me doy cuenta de que soy mortal y que de dios no tengo nada. La posibilidad de poder ser un dios y crear lo que uno quiera, es algo maravilloso. A lo mejor es algo que lo mantiene a uno trabajando como artista.
Sangre
Desde chica jalo los pellejitos de mis dedos cuando estoy nerviosa. Entonces sangro mucho. Un día que trabajaba, me enojé con el cuadro y me limpié en éste. Me encantó. Le dio un toque especial a mi trabajo. Claro, ahora sí necesito más. Entonces mi hijo, que es médico, me la extrae. Rinde mucho. No crea que me saco litros y litros. La trato como acuarela. Utilizarla en mis cuadros me hace sentir que me estoy dando más. A mí la naturaleza me da muchísimo. Me ha regalado infinidad de cosas. Si ella se está dando a mí, por qué yo no a ella. Es como rendirle honor a lo que estoy haciendo y quizá un poco morir en cada cuadro. Darme yo, morir un poco con cada cuadro, es rendirle honor a lo que estoy haciendo.