El que suscribe, J. Guadalupe Panduro Barón, médico gineco-obstetra, con maestría en ginecología, profesor titular de la UdeG y presidente de la Academia de Reproducción Humana, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, con código 8402566, quiere expresar su inconformidad por el reportaje publicado en La gaceta universitaria 505, del 12 de noviembre del presente, en la sección Sociedad, con el título “Negligencia sin fin”, escrito por Mariana González, que además de dar como verdad todo lo dicho por la paciente (la parte acusadora), tiene varios errores que no debieron ser publicados en el órgano oficial de la UdeG, donde laboramos como profesores aproximadamente 60 gineco-obstetras, que hubiéramos colaborado con gusto a corregir algunos aspectos que la paciente dice y que, al escribirlas, queda como que somos neófitos en medicina.
Por ejemplo:
1. Dice: “Estaba amarrada de los dos brazos. Sentía como si me estuvieran sacrificando”, que aunque encomillado, debió conocerse y precisarse que, en la mayoría de cirugías, cuando se administra anestesia general o sedación, se amarran los brazos con el objetivo de evitar que en forma inconsciente los introduzcan al campo operatorio, con el riesgo de infección que ello conllevaría.
2. Mencionan que la matriz aún formaba quistes. Esta enfermedad no existe. O la matriz formaba miomas, que no son quistes, sino tumores sólidos (de carne) o los ovarios son los que forman quistes (tumores líquidos), pero la matriz no forma quistes.
Así pudiera seguir mencionando otros aspectos, pero no es el fin criticar la redacción del escrito, sino mostrar mi inconformidad y gran preocupación, porque la prestigiada gaceta no puede convertirse en un periódico amarillista que publique artículos sin fundamentación adecuada, sin analizar y sin tener la otra opinión (la contraparte), ya que los inculpados –porque no solo es un médico, como lo tratan de hacer ver, sino que varios están involucrados, como son los que estuvieron en los turnos vespertino y nocturno vigilando a la paciente después de la laparoscopia, los médicos de terapia intensiva e incluso los médicos privados (curiosamente no se menciona ningún nombre de éstos)– tendrían el derecho de réplica y entonces necesitarían otras páginas para este mismo tema, lo cual desvirtuaría la finalidad de esta prestigiada gaceta.
Lo invito a usted, como coordinador de La gaceta o a quien corresponda (por eso envío las copias) a que analice este tipo de información, que si bien hay libertad de expresión, pero para eso está el buzón y de ninguna manera dos paginas completas (lo cual es mucho).
Sin tener los elementos completos, no puedo culpar a los médicos, al hospital o a la paciente, ya que esa no es mi intención. Además, para eso están otras instancias. Deseo salvaguardar el prestigio de La gaceta e indirectamente el prestigio de mi Universidad.