Resulta por demás sospechosa, y digna para la reflexión, la forma en que el gobierno estatal decidió aumentar la tarifa del transporte público urbano, al hacerlo en dos etapas: la primera a partir del 28 de febrero y la segunda desde el 1 de noviembre.
Mis sospechas radican en que supongo que el gobernador sabe perfectamente la bomba que sería anunciar el aumento al transporte, y más cuando no se trata de una medida justa y popular que digamos.
El gobernador espera movilizaciones, protestas, linchamientos en los medios de comunicación, etcétera. Después, tal y como está escrito en su guión, jugará el rol del gobernante que se solidariza con las demandas ciudadanas y dará marcha atrás a la segunda etapa del aumento.
De esta manera aparecerá como persona intachable ante la sociedad por escuchar sus protestas y ser comprensivo, dejando el aumento en tan solo un peso, para que el boleto quede en 4.50.
En pocas palabras, a todas luces está creando una cortina de humo y montando un teatrito en los medios de comunicación. Aquí la pregunta es ¿quién le va a creer?, ¿quién se apuntará para seguirle el juego?, ¿quiénes serán los chichos que busquen el supuesto triunfo de hacer que el gobernador recapacite y eche atrás la segunda etapa?
A los inconformes con este aumento, les anuncio que la guerra aún no está perdida: todavía nos quedan batallas que pelear. Una de ellas podría ser por la vía del amparo, ya que el proceso por el cual se pretende aprobar el alza a esta tarifa no fue del todo apegado a la ley y la batalla podría ganarse en los tribunales.
Otra de las medidas de presión podría ser que la FEU y la Red Ciudadana convoquen a movilizaciones y manifestaciones, pero en todo el país, pues el problema del transporte es nacional. En estos momentos los estados de Morelos y Durango enfrentan también las demandas de los estudiantes y la ciudadanía, luego de que fuera declarado el aumento al transporte público en su región.
Héctor Ruiz López.